Donald Trump versus Javier Milei
Ambos presidentes comparten un discurso político que aboga por cambios drásticos en la economía, pero sus posturas sobre el comercio exterior difieren en esencia debido a sus contextos económicos y principios ideológicos.
Donald Trump: El proteccionismo como eje.
Durante sus mandatos, anterior y actual, Trump implementó una serie de políticas diseñadas para proteger la producción nacional estadounidense frente a la competencia extranjera, esto incluyó la imposición de aranceles a productos clave como el acero y el aluminio, además de gravámenes significativos sobre bienes provenientes de China.
Trump justificó estas medidas señalando el déficit comercial con ese país, que consideraba una amenaza para los empleos estadounidenses y la autonomía económica, para ello sus objetivos son, incentivar a las empresas a producir dentro de Estados Unidos mediante la protección contra productos más baratos del exterior, utilizar los aranceles como herramienta para renegociar acuerdos comerciales, como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y, particularmente en sectores como el acero, carbón y manufactura pesada, donde la competencia china había desplazado parte de la producción local.
Las políticas de Trump tienen un impacto mixto en la población, en algunas regiones del Cinturón Industrial (Medio Oeste), la reactivación de fábricas impulsó la economía local, generando empleos bien remunerados, pero los aranceles aumentan los costos de producción para las empresas que dependían de insumos importados, como la industria automotriz, esto se traduce en precios más altos para los consumidores finales, es decir inflación, y por último, China y otros países responden con aranceles a productos agrícolas estadounidenses, lo que perjudica a los agricultores, especialmente en los estados del sur.
En general, el proteccionismo de Trump busca proteger a la clase trabajadora industrial, pero tiene costos significativos en términos de inflación y tensiones comerciales globales.
Javier Milei: La apertura total al comercio
Milei, como defensor del liberalismo económico radical, “anarcocapitalismo”, propone un enfoque opuesto al de Trump, para Milei las barreras arancelarias y las regulaciones son impedimentos al crecimiento económico porque distorsionan los precios de mercado, su plan se basa es reducir a cero los impuestos sobre las importaciones para permitir que los bienes más baratos y eficientes del mundo ingresen libremente al país, terminar con la intervención en los mercados, dejando que las fuerzas de la oferta y la demanda regulen la economía, argumentando que abrir la economía obligará a las empresas locales a ser más competitivas o desaparecer, favoreciendo a los consumidores con productos de mejor calidad y menor precio.
Estas políticas de Milei tendría implicaciones significativas, especialmente para un país como Argentina, ya que sin aranceles para protegerla, la industria argentina, que en muchos casos es menos eficiente que la extranjera, podría enfrentarse a una ola de quiebras, esto afectaría a millas de trabajadores que dependen de empleos en sectores como textiles, alimentos y manufactura, en contraposición, los bienes importados más baratos podrían mejorar el poder adquisitivo, especialmente en un país con alta inflación, pero las provincias dependientes de la actividad industrial, sufrirían mayores pérdidas, aumentando las desigualdades económicas entre las regiones más y menos desarrolladas, que en un contexto como el argentino, con una estructura productiva frágil y una alta dependencia del mercado interno, las políticas de apertura total de Milei podrían generar un choque económico profundo.
En conclusión, la economía estadounidense que es una de las más diversificadas y competitivas del mundo, cuenta con sectores industriales robustos, grandes multinacionales, y una capacidad de innovación que le permite competir en los mercados globales, donde las políticas proteccionistas de Trump se enfocaron más en renegociar acuerdos y proteger sectores estratégicos específicos frente a competidores externos, como China.
En cambio, la economía argentina depende en gran medida de sectores tradicionales como la agroindustria y tiene una industria manufacturera que, en muchos casos, no puede competir en igualdad de condiciones con países más desarrollados, en este contexto, la apertura total al comercio exterior podría devastar a empresas locales que dependen de protecciones arancelarias para sobrevivir frente a la invasión de productos importados.
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