No hay otro Dios• Samuel Barceló • (Lyric Video)

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Este himno está centrado en el carácter de Dios. Recordemos que, a diferencia de nuestra cultura, para los hebreos el nombre tiene un significado especial, porque no sólo sirve para identificar a la persona, sino que va más allá: identifica el propio carácter de la persona. Y en este himno se hace referencia a algunos de los nombres de Dios y, por lo tanto, nos habla de su carácter revelado en la Palabra.

En la Palabra encontramos más de ¡200 nombres! de Dios. Así de grande es nuestro Dios, que un solo nombre, o aun 10 o 100 no son suficientes para expresar la grandeza, magnificencia y la gloria del único Dios verdadero. El himno exalta esa grandeza de Dios a través de señalar algunos de sus nombres, es decir, de aspectos de su carácter glorioso, pero al mismo tiempo lo hace señalando su singularidad: Él es el Gran Yo Soy y no hay otro Dios fuera de él. 

Todo el himno está centrado en Dios y no hay espacio para exaltar al hombre. Además, muestra una progresión, de manera que su letra nos lleva desde la trascendencia de Dios, su decreto eterno de salvación de su pueblo, su llamado irresistible que nos pasa de la oscuridad de la muerte a la luz de la vida de fe, cumpliendo Su plan de salvación que se concreta en la cruz de Cristo. Seguidamente, nos habla de la obra de santificación que mediante el Espíritu Santo completará en todos sus hijos. Al final, habla del regreso glorioso de Cristo, que todos aguardamos con mucha esperanza, y ese momento en el que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. 

La trascendencia de Dios quiere decir que Él está por encima de todo lo creado y tal distinción, más que cuantitativa, es cualitativa: su grandeza y el esplendor de su gloria no tiene comparación posible. Él es único. Pero además es inmanente, es decir, se ha hecho cercano al hombre, se nos ha revelado. Por eso, podemos conocerle y apreciar su obra, no sólo por lo creado, sino porque en su providencia gobierna todos los asuntos de su creación y, muy en especial, cuida de su iglesia. Además, Él es el gran Yo Soy, Jehová, Yahweh: Dios auto-existente e inmutable (Hechos 17:24-25; Romanos 11:34-36). Él no necesita de nada ni de nadie, existe por su propio poder y nunca cambia; lo que él es siempre será.

Elohim alude a Dios como Creador poderoso. Su omnipotencia y su entendimiento inescrutable nos dejan maravillados. Cada vez que pensamos en Él, más nos sorprende. Así es nuestro Dios (Isaías 40:28; Jeremías 32:17). La Trinidad es una verdad objetiva, mostrada por la obra de Elohim, visible en la creación y en nosotros, su pueblo, de una manera particular. El Shaddai —es decir, Dios todopoderoso— cumple todos sus decretos eternos, sin que pueda ser estorbado, sin que nada sea para Él difícil. Todo lo que quiere lo hace. ¿No es digno de alabanza nuestro gran Shaddai? (Job 42:2; Efesios 3:20-21). Estamos gozosos de estar bajo el señorío de Adonai, el amo, y le obedecemos por amor y por gratitud (Lucas 6:46). 

Así, pues, este precioso himno cumple dos requisitos que todo canto de alabanza al Señor debe tener: es rico teológicamente y es alentador espiritualmente. Es recomendable para el culto principal de adoración, para cantarlo justamente antes o inmediatamente después del sermón.