Parashat Toldot Génesis

Parashat Toldot Génesis 25:19 - 28:9: Abriendo la Conversación con Dios.
Esta porción registra la primera instancia en la Torá de alguien que inicia un diálogo con Dios.
Isaac y Rebecca están casados y Rebecca es estéril. Entonces Isaac ora a Dios por ella, y ella queda embarazada de gemelos. Es un embarazo difícil, ya que los niños luchan en el útero. Los intérpretes rabínicos imaginan a Esaú tratando de salir cuando Rebeca pasó por lugares de adoración de ídolos, mientras que Jacob trata de salir cuando ella pasó por lugares de estudio de la Torá. Y luego, llegamos a las palabras que para mí saltaban del pergaminode la tora:
Ella dijo: Si es así, ¿por qué existo? Y ella fue a consultar al Eterno. Y el Eterno le respondió… (Génesis 25:22-23)
El contenido de la respuesta de Dios es significativo: Dios explica que la lucha que tiene lugar en su vientre continuará en el mundo, y que el mellizo mayor (Esaú) servirá al menor (Jacob). Esto explica mucho de lo que sucede a continuación y sugiere que el acto de duplicidad de Rebecca, en el que engaña a su esposo para que le conceda a Jacob la bendición que pretendía para Esaú, en realidad es ella siguiendo la dirección que Dios le dio. Pero lo que me impresionó entonces, y continúa emocionándome ahora, es el simple hecho del intercambio. Rebecca, en un momento desafiante de su vida, le hace una pregunta a Dios que se relaciona con la naturaleza misma de su existencia: ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué yo? Y Dios responde.
Durante milenios, los intérpretes han amortiguado la franqueza de este intercambio. Rebecca le preguntó a Dios, sí, pero debe haber sido a través de la ieshivá de Shem y Ever, la antigua escuela de aprendizaje judío donde, nos dice el Midrash, Jacob se esforzó por salir del útero. O: ella fue a preguntar a los profetas (Rashbam). O: ella oró (Ramban). O: ella fue a preguntar no a Dios, sino a la naturaleza de Dios (Kli Yakar). O, en un movimiento que parece drástico pero que de hecho es la conclusión lógica de una visión patriarcal que en realidad no puede imaginarse a Rebecca dirigiéndose a Dios directamente, es Isaac, no Rebecca, quien le pregunta a Dios y recibe respuesta (Antigüedades del mundo de Josefo). judíos”).
La interpretación es una herramienta fundamental cuando nos acercamos a un texto antiguo. Y, de hecho, tenemos otros casos en la Biblia donde “consultar a Dios” en realidad significa preguntarle a un profeta. Se podría argumentar que no es del todo obvio lo que significa consultar a Dios, y hay una gran riqueza en las interpretaciones que sugieren que esta consulta toma la forma de reflexiones filosóficas u oración. Pero a veces, estamos tan enfocados en el significado interpretativo que perdemos el significado obvio. Y el significado obvio de este texto es que Rebecca se acerca a Dios con una pregunta y Dios le responde.
Aún más significativo, Rebecca es la primera persona en la Torá que inicia una conversación con Dios. Adán, Eva, Noé: todos responden a las preguntas de Dios o responden a los mandatos de Dios, pero ninguno inicia el contacto. Incluso Abraham, quien responde hineini ("¡aquí estoy!") al llamado de Dios, no inicia la conversación. Abraham desafía a Dios sobre la destrucción de Sodoma y Gemorah, pero solo después de que Dios comparte el plan divino con él, abriendo la puerta a la respuesta de Abraham. Es Rebeca, a partir de una lucha muy encarnada y personal, quien le pide a Dios una respuesta y la recibe.
Y así, resulta que Parashat Toldot, contiene un poderoso ejemplo de la voz de una mujer, una voz humana, con el coraje de clamar a Dios y exigir una respuesta. Rebecca está preocupada por sus hijos. Está preocupada por su propia vida. Quiere saber por qué sufre. Y ella no lleva su pregunta a un erudito o a un profeta. Ella no lo subsume en la filosofía o la oración. Ella habla directamente a Dios. Como tantas mujeres después de ella, es malinterpretada e incomprendida. Pero Dios la entiende, y Dios responde.
Nuestra Torá es lo suficientemente audaz como para preservar la conversación de Rebecca con Dios. Que nosotros, creados a imagen divina, también nos esforcemos por escuchar y honrar cada voz. Y que nuestras mujeres, como Rebecca, tengamos el coraje de abrir la conversación.

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