PICO DE BILÁ [2.578 m] y PICO CALCILÉ [2.564 M]

Toda zona cuenta con unas cimas de renombre, por lo general las más altas, y alrededor de ellas podemos disfrutar de cimas “secundarias” por lo general solitarias. Muchas de ellas constituyen además un mirador privilegiado por su especial ubicación.
Es el caso del Pico de Bilá o Vila, y su hermano el Pico Calcilé, unidos ambos por una corta, pero preciosa arista.
Partimos de San Nicolás de Bujaruelo, que en los meses de estivales hierve de actividad. Tomamos la GR 11 que va remontando el Valle del Ara. Dejamos atrás las bifurcaciones que nos conducirían al Valle de Otal y al de Ordiso. A la altura del puente de Abé, abandonamos la GR y comenzamos a ascender, sin senda alguna, las empinadas laderas herbosas de la vertiente hidrográfica derecha. Atravesamos, como buenamente podemos, un trozo de caótico bosque y cruzando unas laderas de derrubios nos situamos en la parte alta del barranco de Bilá que, en esta zona, se transforma en un bucólico valle donde avistar marmotas y sarrios. Ahora la progresión es más sencilla y relajada. El valle va derivando hacia la derecha hasta alcanzar el collado o cuello de Bilá.
Sentimos la cumbre cerca, pero nos queda remontar las empinadas laderas finales que nos sitúan en una arista en la que hay que ayudarse de las manos en unos par de puntos, pero siendo técnicamente sencilla.
Alcanzamos el Pico de Bilá, con unas vistas impresionantes al estar rodeado por tres valles: Bilá, Espelunz y Ara. Luego cruzamos la arista que nos lleva al Calcilé y disfrutamos de probablemente la mejor vista sobre la mole del Vignemale, distinguiendo muy bien el corredor de la Moskowa y el collado de Lady Lister.
Es un Pirineo salvaje, apenas humanizado, en el que podemos caminar durante horas y horas sin llegar a ver a otro ser humano. Algo cada vez más difícil en los tiempos que corren.