.PORTMÁN PUNTO Y SEGUIDO

Desde 1957 a 1990, la bahía de Portmán sufrió el vertido de 50 millones de toneladas de residuos mineros tóxicos al mar. Esta es la historia de unas fotografías que dieron la vuelta al mundo y ayudaron a poner fin al peor desastre ecológico de la historia del Mediterráneo.

Es también la historia de la fotógrafa que las tomó y de las dos activistas que la protagonizaron. Pero es, ante todo, el testimonio, más de 37 años después, de cómo el activismo y la protesta pueden convertir un punto y final en un punto y seguido.

Es una sentencia. Corta el flujo del tiempo, impidiendo la existencia de un futuro y la posibilidad de un cambio. Eso es el punto y final: la conclusión de un relato.

Es una proposición. Pararnos por un instante para mirar hacia atrás y descubrir qué nos llevó hasta aquí. Eso es el punto y seguido: la posibilidad de un nuevo comienzo.

Portmán ha decidido pararse, mirar al pasado y entender su lugar en la historia de un relato nefasto. Y lo ha hecho para poner los cimientos de un futuro nuevo. Portmán ha aprendido de aquellos años en los que su nombre era sinónimo de desastre, del peor desastre ecológico de la historia del Mediterráneo.

.Portmán es el reflejo de ese impulso humano. Su objetivo no es vender un lugar, sino recordar, aprender y superar un pasado que no debe repetirse con el fin de crear el futuro que Portmán merece y necesita. Un futuro que es de todos, como el mar. La pasividad y la avaricia sentenciaron a Portmán a un punto y final. El activismo y el compromiso convirtieron a Portmán en un punto y seguido.

Seguido por los que nunca creyeron que todo estaba perdido. Seguido por todos los que creemos en el derecho a poder de empezar de nuevo.