En la diputación de La Hoya (Lorca. Murcia, España) se celebra cada 2 de febrero la tradicional romería de Nuestra Señora de La Salud, marchando los romeros en procesión con la imagen de la Virgen desde el caserío hacia su santuario, sito en las estribaciones de la cercana Sierra de La Tercia. La fiesta tiene la particularidad de efectuarse siempre el día 2 de febrero, caiga en el día de la semana que caiga, en contraste con la mayoría de las celebraciones en ermitas similares en las que la fiesta se desplaza al domingo o día festivo inmediatamente anterior o posterior.
Las legislación administrativa, que otorga los días festivos oficiales de todo un término municipal normalmente a las fiestas mayores de la capitalidad del municipio, olvidándose de las particularidades de cada una de las entidades menores de población (que en el caso concreto de Lorca, por ejemplo, son muchas), se altera en este caso por deseo de los habitantes de La Hoya, que incluso cesan sus negocios extraoficialmente para poder asistir a la fiesta.
Y la romería en sí es un ejemplo de rituales tradicionales bien mantenidos por los vecinos: así, la música hecha por los propios romeros lo inunda todo, obviándose los aparatos reproductores que son tan habituales en otras ocasiones. Pero también el traslado de la Virgen, con paradas durante el camino donde se canta y se baila; el ritual del baile de puja o subastado a la puerta de la ermita (donde se tocan bailes sueltos casi únicamente); los cantos de Pascuas a la Virgen en petición de dones o en agradecimientos, siempre pagados por los convecinos, y que se desarrollan durante horas ininterrumpidamente en el interior de la ermita, practicados de manera simultánea al baile de puja del exterior; la subasta de las tortadas de las palomas (tortadas de varios pisos, con adornos de palomas en merengue que recuerdan simbólicamente de los pichones que se entregaron en donativo el día de la presentación de Jesús en el Templo), y por la que se pagan cantidades muy importantes…
Una muestra del baile subastado o de puja de esta romería la incluimos en la Colección Memorias de la Tradición
/ antropologoclemente
Se trata de unas imágenes tomadas en la puerta de la antigua ermita de La Salud el 2 de febrero de 1991, donde se ha formado el habitual corro con el público y los músicos, en el centro del cual se baila. El subastero o conductor de la puja era en este caso Juan Pérez Jiménez (1943-2015), que lo fue durante muchos años.
Entre los músicos se encuentran el mismo Juan Pérez Jiménez a los platillos; Mateo Montes Marqués a la pandereta; Miguel Ponce Ruiz, el Talao, a la guitarra; El Chicharra hijo, guitarra; Julián el Coreano, guitarro; Andrés Acosta Salas al cante;… En otros momentos también tocan músicos del cercano pueblo de Aledo, con pitos (clarinetes) y trompeta incluida.
Acompañados por los jaleos de los presentes, bailan series de parrandas (variedad de seguidillas del terreno) algunas parejas, porque alguno, bien sea uno de los que bailan y otra persona, ha pujado más en la subasta por que se baile esa pieza. En el baile podemos observar, entre los más mayores, la diferencia de género en el baile de hombres y mujeres, que era acostumbrada en las personas que aprendieron a bailar por tradición gestual en sus lugares habituales, y que en tiempos más recientes tiende a difuminarse en las generaciones posteriores en aras de una mayor uniformidad, producto de las escuelas de baile y los frecuentes contactos entre aficionados (en encuentros de cuadrillas y otras fiestas).
Aquí, por el contrario, y dentro del usual ritmo movido de las parrandas, podemos ver en las mujeres mayores un baile más asentado y elegante (“a lo suyo” se suele decir), con los brazos más altos, y en el hombre un baile más nervioso, con pasos más saltados, con una tendencia a mantener los brazos bajos (aunque hay lugares donde la costumbre no era esa, como se ve en algunos casos) y mirando de casi continuo a los pies de la mujer, para poder anticiparse a los movimientos que va a hacer esta, pues son las mujeres las que mandan en el baile suelto, ejecutando las mudanzas a y los movimientos que las acompañan a su albedrío. Entre los bailaores veteranos, si no se conocían o no eran pareja o familia, era normal que las miradas no se cruzaran, y que las mujeres, aunque tuvieran la iniciativa del baile, mantuvieran la mirada baja, como con modestia, para no dar lugar a malos entendidos.
Vídeo: Cedido amablemente para esta Colección por la familia Hilario Re
Texto: Manuel Sánchez Martínez
Agradecemos la colaboración de Jesús Tejas Juncos
Colección Memorias de la Tradición: Licencia Creative Commons BY-NC-SA
En el siguiente blog se pueden encontrar los vídeos de esta colección formando parte de una explicación general:
http://memoriasdelatradicion.blogspot...
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