ARCHIVO | Cisneros, un estadista del renacimiento

ESTE PROGRAMA FUE EMITIDO EL 22 DE MAYO DE 2017

Gonzalo Jiménez de Cisneros, el cardenal Cisneros, es uno de los mayores talentos de la Historia de España. Fervoroso hombre de Dios y político de enorme talla. El cardenal Mendoza le había sacado del convento para acometer algo que era una urgencia en toda Europa: la reforma de la Iglesia. Cisneros, designado confesor de la reina Isabel la Católica, fue nombrado responsable de los franciscanos, sometió a la Orden a una reforma en profundidad y acto seguido la extendió a otras órdenes. Ahí Cisneros se manifestó como un organizador excepcional. La tarea reformadora engrandeció su fama.

En 1495, cuando muera el viejo Mendoza y la reina Isabel haya de pensar en un nuevo arzobispo para Toledo, primado de España, no dudará: Cisneros era el hombre. En calidad de tal se le encomendará una tarea de enorme alcance: evangelizar las tierras recién reconquistadas del Reino de Granada. Lo hará con una vehemencia que más tarde le será reprochada por los historiadores, pero conviene situarse en la época. Por otro lado, consiguió su propósito: muchos miles de mudéjares abrazaron la Cruz. Y entre unas cosas y otras, en 1501 ponía la primera piedra de la Universidad Complutense.

Pero a Cisneros aún le quedaba por vivir una tercera vida: la del estadista. En 1506 muere Felipe el Hermoso, el esposo de Juana la Loca, hija de los reyes católicos. Juana quiere reinar en solitario en Castilla. La unión de coronas, Castilla y Aragón, corre serio peligro. En esas circunstancias, los grandes nombres del Reino forman un consejo de regencia y eligen presidente a Cisneros. Apenas tomó posesión, maniobró aquí y allá para conjurar las ambiciones de Juana. Se dirigió al padre de la muchacha, Fernando el Católico, y le propuso la regencia de Castilla. ¿Para qué? Para ganar tiempo y esperar a la mayoría de edad del hijo de Juana y Felipe, el infante Carlos, que mientras tanto crecía en Flandes. Fernando el Católico, agradecido, dio a Cisneros la dignidad de cardenal. Cuando Fernando muera, en 1516, Cisneros se ocupará de asegurar la regencia de Castilla hasta la llegada de Carlos: las coronas unidas de Castilla y Aragón terminarán en las sienes del joven Carlos, que sería el emperador Carlos I de España y V de Alemania. Cisneros murió precisamente el 8 de noviembre de 1517 en Roa, Burgos, con 81 años, cuando se dirigía a recibir al nuevo rey, Carlos I, recién llegado a España.

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