Día de la Fuerzas Armadas 1985: Jornada que pudo terminar en tragedia para la Familia Real

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TVE, 02/06/1982

Las políticas ultraizquierdistas del gobierno de Felipe González pudieron costar la vida de la Familia Real.

Para revertir las políticas del gobierno una parte de ejército decidió emprender una acción a todas luces fuera de lugar, ya que inplicaba la aniquilación de la Familia Real.

Para ello planearon asesinar al entonces Presidente del Gobierno, Felipe González, al vicepresidente primero, Alfonso Guerra, al ministro de Defensa, Narcís Serra, a los jefes de la cúpula militar, los almirantes Ángel Liberal y Guillermo Salas y los tenientes generales José María Sáenz de Tejada y José Santos Peralba. Asimismo, los golpistas planearon acabar con la vida del Rey don Juan Carlos, de la Reina Sofía y de las infantas Elena y Cristina. El múltiple magnicidio se llevaría a cabo mediante la explosión de una o varias bombas situadas bajo la tribuna de autoridades, durante el desfile militar del Día de las Fuerzas Armadas, que se celebraría el 2 de junio de 1985 en la ciudad española de La Coruña. Al acto también asistieron el Presidente del Congreso, el presidente del Senado, el presidente del Tribunal Constitucional, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, así como otros miembros del gobierno de Felipe González.

Los militares implicados en la conspiración tenían previsto alquilar un edificio con sótano próximo a la tribuna y horadar un túnel en el que colocar más de 100 kilos de potentes explosivos. Estos habrían sido proporcionados por un empleado de una empresa constructora, pues el uso de material explosivo procedente de las fuerzas armadas habría delatado la conspiración militar. Más tarde, ETA habría sido culpada del ataque.

La intentona fue abortada durante la Semana Santa de 1985 por los mismos organizadores. Sin embargo, nadie fue detenido ni juzgado y el asunto permaneció oculto para la opinión pública durante más de quince años. El CESID hizo notar a los conspiradores que se encontraban estrechamente vigilados, tras lo cual decidieron detener sus planes.

Las sospechosas visitas entre los militares, algunos de ellos en prisión, y la colaboración de uno de los conspiradores con los servicios de inteligencia ayudaron a detectar y frenar el golpe.

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