Julián Casanova: Lenin, cento anni dopo

Primo incontro online del ciclo di conferenze "Storia dell'Europa del secolo XX" a cura dello storico Julián Casanova.
Vladimir Ulyanov Lenin (1870-1924) iniziò ad avvicinarsi al marxismo nei primi anni Novanta del XIX secolo e da allora intraprese la carriera di rivoluzionario. Quando la dinastia Romanov cadde nel febbraio 1917, si trovava in esilio a Zurigo, arrivò a Pietrogrado il 3 aprile 1917 e fu accolto come un eroe da operai e soldati.
La presa del potere da parte dei bolscevichi pochi mesi dopo, in ottobre, fu uno dei principali eventi del XX secolo e non sorprende che gli storici ne diano interpretazioni diverse. La rilevanza di Lenin in questo processo di conquista e consolidamento del potere è indubbia. La sua visione centralista dello Stato rivoluzionario lo portò a rafforzare polizia e meccanismi coercitivi, a stabilire uno Stato monopartitico e a reprimere le forme più moderate di democrazia socialista. Dopo l'attentato del 30 agosto 1918, il culto di Lenin come zar del popolo si diffuse a macchia d'olio continuando a crescere anche dopo la sua morte.
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Primer encuentro, en línea, del ciclo "Historia de Europa del siglo XX", a cargo del historiados Julián Casanova.
Vladímir Uliánov Lenin (1870-1924) comenzó a acercarse al marxismo a comienzos de los años noventa del siglo XIX y desde entonces emprendió una carrera de revolucionario profesional. Cuando la dinastía Romanov se derrumbó en febrero de 1917 estaba en el exilio, en Zúrich, llegó a Petrogrado el 3 de abril de ese año y fue recibido como un héroe por obreros y soldados.
La conquista del poder por los bolcheviques unos meses después, en octubre, fue uno de los principales acontecimientos del siglo XX y no es extraño que los historiadores mostremos frente a él diferentes interpretaciones. La importancia de Lenin es ese proceso de conquista y consolidación del poder está fuera de duda. Su visión centralista del Estado revolucionario le condujo a fortalecer los mecanismos policiales y de coerción, a establecer un Estado con un solo partido y a reprimir las formas más moderadas de democracia socialista. Tras el atentado que sufrió el 30 de agosto de 1918, el culto a Lenin como zar del pueblo se propagó como la pólvora y no dejó de crecer tras su muerte.