Miguel, Las Mil y una Noches. Eterno Festín.

A veces se confunde la comida sirio libanesa con la comida árabe. Lo cierto es que durante milenios en el territorio que ocupan Siria y Líbano convivieron en paz diversas variantes de las grandes religiones monoteístas del mundo: judíos, cristianos coptos, cristianos ortodoxos, musulmanes, todos con el mismo origen y en el mismo territorio, pero con variantes idiomáticas, culturales, costumbres y, por supuesto, culinarias.

El restaurante Miguel se abrió en la Colonia Roma ya que ahí estuvo por décadas uno de los antiguos barrios judíos de la Ciudad de México, cerca de un par de sinagogas, era un lugar de todos los días para la comunidad hebrea sefardí y sirio damascena.

Para la gente que acudía sin mucho conocimiento de causa era un
restaurante de comida árabe, como se le conocía a los mediterráneos orientales llegados a México.

Lo cierto es que su fundador cocinaba para jeques y sultanes en su natal Siria y su mujer bailaba las deliciosas danzas orientales. Entrar aquí a comer, y tomar café turco con Arak, ese anís seco del Mediterráneo Oriental, puede ser el ingreso al primer cuento de “Las Mil y una Noches”.