Producción Ecológica de Maracuyá - TvAgro por Juan Gonzalo Angel

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La Passiflora edulis se considera originaria de la región amazónica, aunque crece de forma silvestre en un área que abarca principalmente desde el norte de Sudamérica hasta el norte de Chile, Argentina y Uruguay; en Paraguay, donde es considerada como flor nacional, las distintas variedades están adaptadas a regímenes más o menos tropicales. A lo largo del siglo XIX las variedades de utilidad gastronómica se introdujeron con éxito en Hawái, Australia y otras islas del Pacífico sur. Las condiciones climáticas favorables hicieron que la planta se adaptara rápidamente; si bien en Hawái la explotación comercial no tuvo verdadero impulso hasta mediados del siglo XX, la planta era frecuente en estado silvestre desde hacía décadas.

El éxito comercial de la producción de maracuyá, así como el valor ornamental de las flores, incitó a Kenia y a Uganda a intentar su cultivo en los años 1950; aproximadamente al mismo tiempo se introdujo la plantación comercial a Sudáfrica. No es seguro si fueron estas variedades o las cultivadas en Australia las que se introdujeron en la India a través de Sri Lanka, donde hoy se cultiva de manera predominantemente doméstica.

El cultivo de la pasionaria se ha extendido a numerosas islas del Caribe, Israel, el archipiélago malayo y la Polinesia.

Variedades cultivares
Los cultivares comerciales pertenecen casi sin excepción a las variedades amarilla (P. edulis f. flavicarpa) y púrpura (P. edulis f. edulis).

La primera crece y se desarrolla muy bien en zonas tropicales; requiere invariablemente más de 1000 mm anuales de lluvia y protección del viento y las heladas, pero es por lo demás más rústica y vigorosa que el maracuyá púrpura, y produce cosechas más regulares; por su superior resistencia a los nematodos y otros parásitos, se utiliza a veces como pie para injertos de la variedad púrpura.

La segunda está mejor adaptada a zonas templadas, por lo que puede cultivarse a mayor altura; sus requisitos de pluviosidad son similares a los de la variedad amarilla.

La adopción de una u otra está dada con frecuencia por las preferencias gastronómicas. El cultivo de maracuyá amarillo está más extendido en Sudamérica, Hawái y Australia, mientras que en el África y la India las variedades púrpuras predominan.

Las variedades cultivares más frecuentes son las siguientes:

'Ouropretano' (púrpura): Brasil
'Muico' (púrpura): Brasil
'Peroba' (púrpura): Brasil (conocida como 'Brasileira Rosada' en Venezuela)
'Pintado' (púrpura): Brasil
'Mirim' (amarilla): Brasil
'Redondo' (amarilla): Brasil (conocida como 'Brasileira Amarilla' en Venezuela)
'Guazú' (amarilla): Brasil
'Hawaiiana' (amarilla): Colombia, Venezuela
'Australian Purple' (púrpura): Australia, Hawái (también conocida como 'Nelly Kelly')
'Common Purple' (púrpura): Hawái
'Kapoho' (amarilla): Hawái
'Sevcik' (amarilla): Hawái
'University Round' (amarilla): Hawái
'Pratt' (amarilla): Hawái
'Waimanalo' (amarilla): Hawái
'Yee' (amarilla): Hawái
'Noel's Special' (amarilla): Hawái
'Maracuyá' (amarillo): Colombia, México
'Parcha' (amarilla): Puerto Rico
'Parchita' (amarilla): Venezuela
'Iniap 2009' (amarilla) Ecuador
'Tropifrutas' (amarilla) Ecuador

Gastronomía

El punto de madurez de la fruta está dado por su desprendimiento; la recolección debe hacerse en el suelo, manualmente. Sea para su consumo fresco o procesado, la cáscara no debe presentar daños externos de ningún tipo. Debe tenerse especial cuidado en no consumir la fruta antes de su madurez, puesto que presenta cianogénicos.

Ambas variedades se consumen crudas, en batidos y zumos, y en mermeladas.

Para consumirla en crudo no es necesario retirar las semillas. Puede comerse directamente de la fruta, una vez abierta, o utilizarse en macedonias; la cocina contemporánea la aprecia mucho en ensaladas con hojas verdes, donde su sabor ligeramente ácido ofrece una combinación sorprendente. También la flor puede utilizarse en ensaladas; es perfectamente comestible y sabrosa, aunque según la variedad pueda tener un ligero efecto sedante.

El zumo de la fruta —obtenido al prensar la pulpa o procesarla— es con frecuencia demasiado espeso para beberlo directamente; lo habitual es combinarlo con zumos de otras frutas, yogur, leche o simplemente agua.

La pulpa puede utilizarse para la confección de mermeladas; es recomendable para este caso no desechar las semillas, pues su contenido de pectina ayuda a la gelificación del producto. La cáscara es también rica en pectina, pero no resulta necesaria si se emplean las semillas.

Juan Gonzalo Angel
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