En el municipio cántabro de Camaleño, cerca de la frontera con Asturias está Fuente Dé, un circo montañoso de origen glaciar, que se formó durante la última glaciación, acumulándose la nieve y los hielos en lo alto de las montañas.
Tras el paso del tiempo, desde la zona actual de la estación del Cable, se precipitó una gran cascada de hielo, creando el circo, con paredes verticales de hasta 800 metros, y una lengua glaciar que se abrió paso por el valle.
El origen del Teleférico de Fuente Dé está en las explotaciones mineras que había a finales del siglo XIX en estas montañas. La compañía que explotaba las minas instaló en 1903 un cable para transportar al pie de las montañas el material extraído.
En 1966 se inauguró un teleférico para uso del público, que en menos de cuatro minutos superaba el desnivel de 753 metros entre la estación de Fuente Dé y la del Cable, a 1.823 metros de altitud.
Más tarde, en 2015, el sistema mecánico y de seguridad del teleférico fue totalmente renovado, con dos cabinas con capacidad para 20 personas, que suben y bajan de forma simultánea una distancia de cable de 1450 metros. Al constar de un solo tramo es considerado como el teleférico más largo de Europa.
En la estación del Cable hay un espectacular mirador con una plataforma de hierro calado, que sale hacia afuera, y da la sensación de estar volando. La vista es espectacular sobre la Cordillera Cantábrica, el macizo calcáreo de Picos de Europa y los profundos valles lebaniegos. Un paisaje de inmensa belleza donde vemos el circo glaciar de Fuente Dé y las cumbres de Peña Remoña, Padiorna, Pico San Carlos y Torre Altaiz, además de los Picos de Santa Ana, Tesorero y Torre Horcados Rojos y Peña Olvidada.
Se puede tomar un café con la vista puesta en las montañas, dar un paseo hasta el hotel Áliva o recorrer los senderos del Parque Nacional.
Otra posibilidad es subir en teleférico y bajar caminando por la Ruta de los Puertos de Áliva, que llega hasta la estación base del Funicular de Fuente Dé.
Encontramos a habitantes de las altas cumbres del norte, como la chova piquigualda, un elegante córvido que se alimenta de invertebrados en las grietas de las rocas y de los restos de comida abandonados por el hombre.
Tomamos de nuevo el teleférico para regresar. Las cabinas se desplazan a 10 metros por segundo, pero no se llega a tener la sensación de velocidad hasta que te cruzas con la otra cabina. Las dos secciones independientes, con un transportador en cada una de ellas, tienen regulación de velocidad.
En las cercanías de la estación base nos encontramos pastando un gran rebaño de “oveja blanca de la peña”, que se adapta bien a la climatología de los altos picos. Por estos parajes pastan durante la primavera, el verano y hasta bien entrado el otoño. Al llegar el invierno, son recogidas en naves, alimentándolas de hierba seca, forrajes y pienso.
El Teleférico de Fuente Dé es toda una experiencia de "vértigo" donde sobrecoge su balcón, con un paisaje de inmensa belleza, en pleno corazón de los Picos de Europa.
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