LA VIDA AQUÍ Y AHORA | Pepe Ibarra - (La Casa Salitre)

Un día, hace ya unos años, paseando por las calles de Almería, una silueta tremendamente peculiar acaparó toda mi atención. Su larga melena blanca reposando sobre aquella mochilita de cuero que parecía contar historias, esa forma de expresarse tan efusiva, levantando los talones del suelo dando pequeños saltitos y dibujando amplios círculos con los brazos como trazando un mapa de su discurso, me hicieron parar en seco la marcha para observar.
Como lo encontré charlando y no quería interrumpir (y también porque me daba un poco de corte, todo sea dicho), me dije; Si cuando llegue a la esquina, ha terminado de hablar, le llamo la atención. Si no, sigo mi camino.

Llegué a la esquina y algo tiró de mí. Aún no había terminado su narración y parecía tener carrete para rato, pero el universo me dejó claro que tenía que conocer a aquél señor aunque tuviera que esperar.

Cuando vi la ocasión, y sin dudarlo un instante, procedí;
¡Hola! Me llamo Daniel y me dedico a la fotografía y no he podido evitar fijarme en tí. Me encantaría hacerte unos retratos.

Enseguida sucedió lo imprevisto y como si me conociera de toda la vida, solamente sonrió y me envolvió entre sus brazos. Tengo que hacer hincapié en esta parte, pues jamás en mi vida, ni amigo ni pareja ni familiar y ni muchísimo menos un completo desconocido me había abrazado de aquella manera.

Cuando finalizó el abrazo y sin borrar aquella limpísima sonrisa de su cara, me dijo mirándome fijamente su dirección y dejó en mis manos el resto diciéndome que allí tenía mi casa y que apareciera cuando quisiera. Ni que deciros tengo que esa mismísima tarde ya estaba yo allí queriendo saber a qué se debía aquella entrega, aquella sensación de familiaridad instantánea, aquel magnetismo tan intenso…

Tras haber compartido la última etapa de mi vida con el que ahora puedo llamar hermano, padre, amigo, abuelo y en resumidas cuentas, compañero de esta aventura maravillosa que es vivir, he comprendido que lo que Pepe lleva consigo es un mensaje que no debe perderse. Que no debe llevarse a la tumba, como dice la gente, aunque tanto él como yo sabemos que aquí no se muere nadie. Todos nos vamos de vacaciones y vamos pasando cursos en la eternidad de las sucesivas encarnaciones hasta comprender el mensaje. El mensaje que me ha entregado Pepe y que yo, por la habilidad que me ha sido dada, sentía que debía inmortalizar como obra física que le sobreviva. Que NOS sobreviva y que llegue a todos los rincones de la consciencia humana.

Muchísimas han sido las fotografías y los vídeos donde he tratando de captar su inabarcable esencia, pero considero que este es el compendio, el resumen, el homenaje que mi corazón necesitaba hacer y donde me veo reflejado, en él, y espero, que todo aquél que repare en este vídeo, quede cautivado, ya no por Pepe, pues Pepe solo es el nombre de un “aparato” como él llama al cuerpo. Un pedacito mortal de este infinito universo.

El mensaje de Pepe es PRESENCIA, es AMOR.

José Mariano de Ibarra Martín, literalmente le ha dado la vuelta a mi cabeza para ponerla del derecho. Había pasado demasiados años boca abajo, siendo el único dueño de mi vida, completamente responsable de mis actos, con la capacidad absoluta de tomar decisiones en favor del universo, y con todas las facultades necesarias para DISFRUTAR DE LA VIDA, y sin saberlo. Él, con su ejemplo, se ha encargado de recordármelo.

No me enrollo más y os deseo un estupendo viaje con este maravilloso mago de la felicidad como conductor. Os advierto que es algo radical y a muchos os podrá parecer un kamikaze al volante, pero los que le echan bemoles y se quedan a su lado, salen irremediablemente más tranquilos, relajados, conscientes y alegres…

No olvidéis repetir cada mañana; ¡BUENOS DÍAS UNIVERSO! Somos una unidad, todos formamos parte de ella. TODOS.

Agradecer antes de irme a mi hermano Víctor por hacer que la voz de Pepe suene tan estupenda, clara y brillante como al natural, además de haber grabado unos planos estupendos durante las entrevistas y haber cerrado el tándem para que este trabajo sea como ha acabado siendo al componer la canción que sin saberlo, ha llegado a convertirse en la banda sonora perfecta para uno de los momentos más importantes de la vida de Pepe.

Y doy las gracias también a Eliseo Parra, Javier Maroto y a Pepe Viciana. Talentos musicales a quienes puedo contar entre mis amigos. Me siento inmensamente afortunado.

¡Gracias Isidro por dar vida a esas estrellas fugaces! Elemento esencial en esta historia que sin tí no habría sabido cómo plasmar.

¡Te quiero Pepito! Ale, hemos terminao. Ya tiene el planeta Pepe Mariano pa to la eternidá. Hemos cumplido. Vámonos a la playa.

Daniel Ortega Muñoz -

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