Bienvenidos al Catálogo Divino. Hoy saborearás una historia de santidad y entrega, con aroma de testimonio y fidelidad hasta el final.
Cuando hay tragedias por accidentes o desastres naturales, una de las palabras que más se escucha es: “rescate”.
Rescatar significa liberar de un peligro, daño, trabajo, molestia u opresión. Es sinónimo de salvar.
Los santos son los más expertos rescatistas de almas, que salvan a muchos de la perdición eterna.
Para rescatar almas los santos han usado la oración incesante, la penitencia, el ayuno y la caridad.
A todo esto se suma la evangelización, las misiones, la catequesis, los escritos y las predicaciones. Todo ungido por la presencia del Espíritu Santo, que es un excelente abogado para salvarnos de tantos desastres espirituales
Hoy, 6 de diciembre, recordamos a algunos de estos rescatistas de almas, que lo dieron todo por la gloria de Dios.
Hacemos memoria de: San Nicolás de Bari, obispo; santa Asela, virgen; Santos Dionisia de África y compañeros mártires;
San Obicio, militar y penitente; San Pedro Pascual, obispo religioso y mártir; San José Nguyen Duy Khang, mártir y la Beata Luisa María Frías Cañizares, virgen y mártir.
Hoy nos trasladamos hasta la tierra de la paella y la horchata, Valencia, España, para conocer la historia de un hombre que se dedicó a rescatar fieles cristianos y al ser capturado él cedió su rescate a otros para preservar su fe.
Esta es la historia de San Pedro Pascual, presbítero y religioso mercedario.
Pidamos la intercesión de este mercedario mártir y santo
¡Oh Señor!, que en San Pedro Pascual, ferviente propugnador de la Concepción Inmaculada de María, diste a los cautivos cristianos un maestro y defensor heroico de su fe: concédenos que, arraigados en tu Palabra, nos demostremos verdaderos hijos de María Inmaculada y vivamos siempre la fe que florece en obras de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
San Pedro Pascual es para los cristianos de hoy un ejemplo de cómo seguir a Jesús en un mundo y en un ambiente hostil a la fe.
Hoy, aunque la fe no es perseguida de manera tan explícita, aunque todavía hay lugares en los que sí, lo que vemos comúnmente es que el ambiente es contrario.
Ante ello, podemos seguir el ejemplo de San Pedro Pascual, llenándonos de fortaleza en la oración, la eucaristía y el amor a la Virgen como hizo él, llegando hasta la entrega máxima.
San Pedro Pascual,
Ruega por nosotros.
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