Ofiuco es una constelación que lleva décadas centrando una polémica que revive periódicamente, como el monstruo del Lago Ness.
¿Son 12 o 13 los signos del Zodiaco? ¿Es verdad que cambian todos los signos y que ya no perteneces al signo que creías pertenecer? ¿Qué pasa con las constelaciones, ha surgido alguna nueva que cambie el horóscopo? ¿De qué hablamos realmente con estos líos?
Una vez más, y ya ni cuento cuántas van, Ofiuco salta a la palestra.
Enlace a mi libro
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(Parte de la introducción)
Estamos, pues, ante un nuevo ataque. Parafraseando al filósofo Kant, conscientes como somos de que la Astrología goza de una alta consideración y popularidad, no es extraño que invite a la censura. Opino que la crítica es sana, necesaria lo proclamaba Popper para reconocer lo ignorantes que somos. Ya lo dijo Sócrates: “solo sé que no sé nada.”
Algunos pobres de espíritu se escudan tras el nombre de la ciencia para atacar aquello que desconocen y miden con el mismo rasero a todo un colectivo, el astrológico en este caso. Mal científico es quien condena algo sin haberlo estudiado, sin haberlo testado para poder refutarlo, sin aplicar el método científico, en definitiva. Si realmente buscasen la verdad ¿no deberían ocuparse primero de limpiar su propio patio trasero? Son muchos los científicos, astrónomos entre ellos, que han falseado datos conscientemente para alcanzar gloria o para lucrarse.
Es deplorable que este ataque provenga y no es el primero de un astrónomo, porque la Astronomía surgió como hija natural de la Astrología. Los observatorios deben ser faros del conocimiento, pero hay veces que alguno de sus moradores enturbia esta función, igual que la contaminación atenta contra la limpia observación estelar. Entonces se cumple aquel viejo proverbio chino: “La oscuridad reina a los pies del faro”.
A veces, ante todas estas cuestiones, a pesar de tener en alta estima a los científicos en general y a lo que de positivo tiene la ciencia, uno empieza a encontrar sentido a lo que decía el cineasta Luis Buñuel: “En general encuentro a la ciencia analítica pretenciosa, superficial, porque no tiene en cuenta los sueños, el azar, la risa, los sentimientos y las paradojas, las cosas que más amo.”
La Astrología, además de ser la primera ciencia y la primera religión, está llena de magia y simbolismo, es incluso una cuestión de estética, es apasionante, atrayente, incluso erótica, diría yo. La Astrología es como el amor, invisible pero de poderosos influjos. La vida y el conocimiento siempre tendrán algo de magia. Es una lástima que haya personas con una pérdida de sensibilidad tan acusada que no lo puedan apreciar.
Pero que nadie se llame a engaño: la Astrología y la Ciencia no tienen ningún tipo de rivalidad, lejos de lo que algunos se empeñan en querer transmitir o de las campañas periódicas de intoxicación y desprestigio. Los verdaderos científicos, como los verdaderos astrólogos, andamos a la búsqueda de la verdad, una búsqueda que no permite sentar cátedra sobre lo desconocido, una búsqueda que podría tener en mente aquellas palabras del genial Niels Bohr: “Cada frase que pronuncio no puede considerarse una afirmación, sino una pregunta.” Y en este sentido, rogamos sea entendida la totalidad de este libro. El pensamiento debe ser tolerante, no inquisitorial, bastante caro ha costado ya a la historia de la humanidad y del conocimiento, y está costando, la actitud contraria.
( De la introducción a mi libro sobre Ofiuco que figura en la web Ofiuco, ¿un nuevo signo del Zodiaco?)
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