LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA ESTAN SONANDO

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GAITAS MARACAIBO El Señor Oswaldo Oropeza, compositor ve­nezolano nacido el 5 de agosto de 1939 y fallecido el 3 de diciembre de 1998, compuso a comienzos de la década de los 60 un pasaje lla­nero que ‘en menos de lo que canta un gallo’ sería considerado como uno de los más tradicionales del folclor de la Patria de Bolívar.
Lo tituló Faltan cinco pa’ las doce, y sería interpretado por su conjunto, con la vocalización del también venezolano, ya fallecido, Néstor Zavarce.
La versión original apareció en 1963, en un disco de larga duración de la RCA Vic­tor Venezuela, titulado El gallo pelón. El tema pasó a formar parte de la tradición de Venezuela y lograría trascendencia internacional gracias a la versión que le haría el acordeonero barranquillero Aní­bal Velásquez, conocido como El Mago del Acordeón.
Pero cómo llegó esa canción a las ma­nos de Aníbal. Que él mismo, con sus pro­pias palabras, nos lo cuente:
“Después de grabar Dominique, a mi estilo, viajé a Venezuela a cumplir con una serie de contratos. Muchos dijeron que me había ido de Colombia huyendo de las demandas de las hermanas dominicas por haber grabado ese canto religioso en ritmo de guaracha, pero qué va. Eso eran puras especulaciones, invento de los envidiosos. En ese entonces yo era artista exclusivo del representante Guillermo Arenas, primo hermano de Li­bertad Lamarque. El hombre siempre me incluía en los conciertos de Los Melódicos de Renato Capriles. El caso es que Faltan cinco pa’ las doce llegó a mí, de manos del propio autor, Oswaldo Oropeza, quien me invitó a una suite de un hotel de Caracas. ‘Quiero que la escuches –me dijo Orope­za–. Acaba de salir al mercado’. La letra, la música con arpas y el coro, eran tristes, pero tenía su sabor. ¡Está buena la vaina!, exclamé, consciente de que la voz de Za­varce tenía un sonido como de ultratum­ba. De regreso a Barranquilla, ya con ca­beza fría, escuché varias veces la canción y concluí que con unos arreglos, sin variar la letra, se podía efectuar una extraordina­ria versión.
“Varios días duré dándole a los arre­glos hasta que le encontré la caída y se la llevé al turco Genaro Fayud, director artístico de Discos Tropical”.
El tema se grabó en los estudios de Tropical, en Barranquilla, y a me­nos de un mes de haber sido prensado ya estaba en la calle sonando.
“Cuando salió a la luz todavía se comentaba sobre el impacto de Do­minique. Pero Faltan cinco pa’ las doce acabó con las especulaciones y se convir­tió, a partir de su aparición, en el himno del final de cada año”.
 
Las campanas de la iglesia están so­nando
anunciando que el año viejo se va
alegría del año nuevo viene ya
los abrazos se confunden sin cesar

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