Eastern Mendoza is a powerhouse of Argentine wine with a fascinating story as the region that really helped this become one of the great wine capitals of the world, and a promising future in interesting wines from the old vines of Criolla grape varieties. Amanda Barnes, Editor of The South America Wine Guide, meets three key winemakers and families who are leading the revolution of Eastern Mendoza: Andres Vignoni and his family in Rivadavia; Lucas Niven in Junin and Matias Morcos in San Martin.
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No se suele hablar de la región del este de Mendoza cuando pensamos en los vinos finos del Argentina. Pero, de hecho, se trata del motor de los vinos argentinos. Hay más de 60.000 hectáreas en la región del este de Mendoza, representando casi la mitad de la producción total de Mendoza. Hay muchos vinos familiares aquí, se trata de vino patero, o las jarras de vino casero. De hecho, algunos son muy buenos. Vamos a catar este más tarde. Pero, también, la región cuenta con algunos enólogos que representan una nueva ola vitivinícola que está cambiando la imagen del este de Mendoza. Quiero presentarles, hoy, a algunos de esos enólogos que están aumentando la calidad del este y vamos a explorar su historia, también. Voy a comprar mi vino patero para más tarde.
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Entonces, nos encontramos en el viñedo de sus abuelos. Son ellos que plantearon este viñedo. Es muy típico del este, ¿no? Contános un poco sobre las características de la viticultura acá. ¿Cómo estas viñas se plantearon? ¿Por qué nos encontramos bajo este lindo parral?
Bueno, para empezar, contamos con dos tipos de plantaciones. Esta es la plantación más típica que se llama parral y es producto tanto del follaje más amplio como de la producción más alta. En aquella época, se quería producir la cantidad más alta que fuera posible porque había que alimentarle al pueblo con el vino.
Se tomaba mucho vino.
Correcto, todos tomaban mucho vino.
Era durante los años setenta cuando se tomaba 90 litros anuales de vino por habitante.
Pienso que era entre los años treinta y los años setenta era una bomba, a la mañana, a la hora del almuerzo, y, obvio, a la noche también había vino.
Excelente, entonces, una producción enorme. Y esas son las cepas criollas. Y soy una gran aficionada de las cepas criollas. Sobre todo, ustedes están haciendo unos excelentes vinos criollos ahora. Cuéntenme un poco sobre el carácter de esas cepas criollas. Son productivas, pero ¿qué más?
Bueno, es loco porque ponemos 200 cepas distintas en una misma caja que se llama criolla. Y son todas mezcladas, por ejemplo, acá hay cepas blancas, algunas tintas, algunas rosadas. Todas se cultivaban juntas porque cada una le aportaba una característica al vino. En aquella época, se hacía grandes cantidades de vino pero todo se cultivaba con un propósito. Por ejemplo, algunas cepas aportaban el volumen, otras aportaban la estructura, algunas, sabés, los aromas. Así que tenemos un poco de torrontés en la mitad de las viñas de criolla chica, criolla grande, moscatel, todas juntas, y era un verdadero blend en ese momento.
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La historia de la explosión del este cambió en los años ochenta. Una mezcla de la creciente inflación, las crisis económicas y la disminución del consumo local fue un desastre para la región. El valor de la uva disminuyó por un ochenta por ciento y las familias vitivinícolas quebraron o tuvieron que abandonar su producción completamente. Cuando el mercado empezaba a recuperarse durante los años 2000, la producción de vinos ya se había descendido hacia el sur y en enfoque se metía en Luján de Cuyo y el Valle de Uco. Muchas de las bodegas del este de Mendoza se quedaron como fantasmas del pasado.
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Recién, hoy, estamos viendo las semillas de un renacimiento. La nueva generación de estas familias del vino están intentando hacer algo para revivir las fortunas del este y proteger la abundancia de viñas antiguas acá. Mono y su hermano Santi participan en ese movimiento, como Lucas Niven también. Lucas es, quizás, el enólogo que se deba conocer en Argentina por su vino criollo. Dejó su trabajo en una de las bodegas más conocidas en Argentina en el año 2015 con el fin de dedicarse a la conversión de su bodega familiar en Junín y elaborar vinos finos con las viñas subestimadas en el Este.
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Otro de los enólogos que hay que seguir acá en el Este de Mendoza es Matias Morcos. Aunque sólo tiene 27 años, Matias hace algunos de los vinos más jugosos y elegantes de la región. También es muy apasionado por su misión de hacer una diferencia antes de que sea demasiado tarde.
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