DESFILE DE COMPARSAS DEL CARNAVAL ABANQUINO 2016

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DESFILE DE COMPARSAS DEL CARNAVAL ABANQUINO 2016

Nos dicen los cronistas limeños que está fue una costumbre italiana traída al Perú en la época colonial, y que en un inicio eran festejados solo por las familias aristocráticas, pero con el correr de los años se masificó expresándose en los juegos con agua y el lanzarse objetos como serpentinas y cascarones. En esta tierra de haciendas coloniales, los carnavales se celebraban en las casas-haciendas con gran derroche de pompa, júbilo y dinero dentro de los cerrados círculos sociales de sus dueños y al más purísimo estilo limeño.

De allí y a su modo se extendió a los centros poblados que más tarde serían las ciudades de Abancay, Andahuaylas, Chalhuanca, etc., pero especialmente al campo, donde sincretizándose con el "pukllay" quechua cobró un colorido singular, sumándose a esto la existencia de haciendas cañaveleras, que además de azúcar producían la chicha de caña que nosotros llamamos "cambray", y que muy bien sabemos estimula además de la alegría, el humor y el entusiasmo para este tipo de diversiones masivas.

Algunos dicen que las fiestas carnavalescas que hoy prosperan en Abancay han surgido durante los años 70’, década que coincide con la liquidación de las haciendas por el Proceso de Reforma Agraria y con su desaparición, el fin de una ideología económica, social y cultural que dominó el valle por más de cuatro siglos. Pero ante la visión occidental y ajena al mundo andino que aún mantienen las elites limeñas, a las nuevas generaciones de abanquinos no les quedó más remedio, y para mucho bien: volver a sus raíces.

Este hecho queda expresado en un singular carnavalito abanquino que empieza casi gritando la palabra quechua: “¡KAQUNI!”, que significa “¡Yo soy!” o “¡Yo existo!”, pero este es el “yo” superlativo. Es el “yo” total que no admite discusión ni dudas, es aquel poderoso “yo” original que junto a las fuerzas de la naturaleza venció a la nada. “¡KAQUNI!” por encima de todo. “¡KAQUNI!” por siempre. “¡KAQUNI!”, incluso a pesar de la muerte.

Bajo esta soberana afirmación, estos mis alegres paisanos afirman su voluntad de seguir viviendo arraigados a estos andes y a sus dioses, a sus animales, a sus alimentos y a sus costumbres, sin importarles la riqueza de esos, el color del pellejo de aquellos, o la forma de los rostros de los demás. Porque este “¡KAQUNI!” contiene la fuerza original que haciendo su bing bang en lo más profundo del alma, aprendió a domeñar los frutos de la pachamama, a trasladar el agua de estas enormes montañas y vencer sin cansancio las distancias que dividen a estos “Apus” separados por bravíos y profundos ríos.

Entonces como nacer, ser y vivir es un acto de tu voluntad, puedes gritarlo lleno de orgullo: “¡KAQUNI!”, y ese telúrico "¡yo soy!", "¡yo existo!", no es más que aquella afirmación vital que nos persigue desde hace miles de años y a lo largo de nuestra viajera y superviviente humanidad.

Y por eso cuando llegan los carnavales podemos expresarlo como la alegría de ser lo que uno es, y solo por eso, atrevernos a sentirlo, gozarlo y hasta sufrirlo.

¡KAQUNI, POR NUESTROS CARNAVALES!

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