La procrastinación en términos muy simples tiene que ver en posponer actividades que sabemos que son urgentes, muchas personas confunden este concepto con la desidia y la pereza, que de alguna manera están emparentados.
¿Cuál será la diferencia? en la psicología tiene una connotación muy peculiar, mientras que la pereza cuya hermana menor es la desidia son defectos de la voluntad, la procrastinación es una manifestación del auto sabotaje.
El perezoso evade la responsabilidad del trabajo por lo arduo que le parece, es decir, no encuentra en la ejecución de aquella actividad una recompensa, un premio, un valor por el cual merezca la pena esforzarse y entonces lo evita, el perezoso hace lo mínimo indispensable y lo hace de manera consciente, sabiendo que decidió no hacerlo, no hay sentimientos de culpa, no hay sufrimiento, lo disfruta. El perezoso es feliz y disfruta haciendo el mínimo. En cambio, el que procrastina sufre mucho, normalmente padece ese efecto sabe que tenía que hacer el proyecto, sabe que lo dejo de hacer por dedicarse a otras actividades y sufre mucho por ello.
¿El tema es por qué lo hace? ¿por qué lo hacemos cada vez que tenemos que entregar un proyecto o una responsabilidad? Conscientemente decimos “¡Caray!, eso es muy importante”, pero decides hacer primero una actividad más sencilla, en el fondo se está disparando un mecanismo interno psicológico que te evita confrontar la tarea más importante.
Cuando al organizar empezamos a dedicarnos a tareas secundarias y ponemos en un plano semejante o superior a tareas que son importantes o urgentes, lo que estamos haciendo es evitarnos confrontar esa tarea que es muy relevante. Esto es procrastinación, debido a que, lo hacemos a pesar de que sabemos de la importancia de la tarea y del costo que tiene para nosotros enfrentarla. Aún así, lo dejamos de hacer, lo hacemos por una situación muy peculiar que tiene que ver con el riesgo de enfrentarnos a un concepto de nosotros mismos, que no nos gusta. Nosotros tenemos un autoconcepto, pensamos que somos buenos para algo, nos consideramos más o menos inteligentes, más o menos para hablar con las personas y convencerlos, tenemos capacidades, el inventario de características bien definidos; cuando nos piden un proyecto que exige un desempeño en esas habilidades, entonces entramos a un laberinto muy peculiar donde si enfrentamos la tarea, tenemos que acabar confrontándonos con un resultado que van a dar nuestras actividades y que tememos que no sea tan bueno, como en la mente lo hemos hecho, a qué me refiero, en la mente decimos, soy muy bueno para hablar con las personas y convencerlas, y si no lo logras, qué pasa, fallaste, el problema va a ser el juicio externo, está en el potencial riesgo de qué tu juicio interno no está a la altura de lo que esperabas de ti mismo y por eso lo pospones. Incurrimos en este aspecto semejante a la desidia, pero mientras que el desidioso no le ve valor a la tarea, el procrastinador la pospone por el miedo a que la tarea valga más de lo que su propia validez representa.
Es muy curioso, ya que, en los dos casos tenemos un tema de bajo autoestima. En el primero, no nos creemos suficientemente valiosos para ir por cosas arduas, no le vemos valor, porque no nos va a mejorar no nos va a cambiar.
En el procrastinador, es muy interesante la baja autoestima, ya que, la está compensando con una idea de que somos buenos para algo y el miedo que les da es confrontarse con una realidad que no le gustaría, descubriendo que quizás la baja autoestima que tiene escondida está justificada por eso, entonces no enfrentamos las cosas como son.
¿Qué hacer con la procrastinación? A diferencia de perezoso en el cual es bueno planeando disciplina parcial y que vaya creciendo, el tema de la procrastinación es muy importante empezar a reforzar los aspectos de la situación de lo personal, auto validar la autoestima y sobre todo, una técnica muy usada originalmente que se llama “técnica del queso suizo” en la cual, grandes tareas y grandes proyectos los vamos segmentando poco a poco, en pequeños pedacitos y así avanzamos en tareas muy grandes.
A grandes rasgos, el tema del procrastinador tiene que ver con no poner valor en el resultado de la tarea, porque cada vez que lo hace se minusvalora, es importante aprender que en el resultado de la tarea hay múltiples cosas que influyen en el resultado, e ir atendiendo poco a poco para irla sacando y con ello revirtiendo una idea mental de la realidad y crecer.
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