Dos meses después de la estruendosa derrota electoral de Nicolás Maduro el 28 de julio, cumplir el mandato popular, cobrar la victoria de Edmundo González y María Corina Machado, no está siendo labor sencilla.
Pero menos sencillo será para Nicolás Maduro mantenerse en el poder con los clanes en sus propias filas que ya han olido, probado y hasta recabado pruebas de su derrota.
Varias guerras silentes se cocinan en el poder de la dictadura y quizás una de las más llamativas, por el renombre de la familia, es la que se fragua a fuego lento en la casa de los Chávez en Sabaneta de Barinas.
Los hermanos e hijos de Chávez ya son, prácticamente, unos viudos del poder. Una década después de la muerte de su patriarca, Hugo Rafael, los miembros de la familia han sido desplazados de forma más o menos brusca.
Maduro se negó a que Argenis Chávez fuese candidato a la gobernación de Barinas. Colocó a Jorge Arreaza y dejaron que se produjera una derrota electoral. Curioso. Un régimen que se niega a abandonar el poder tras las más estrepitosas e inocultables derrotas electorales permitió que la familia Chávez se quedase sin su gobernación.
¿Se imaginan ustedes a alguno de los hermanos Chávez en el exilio? ¿Se imaginan que algunos de ellos comiencen a salir del país para comenzar a deslizar críticas desde el exterior en contra de Nicolás Maduro? No parece una hipótesis demasiado descabellada, según me informan.
La relación de los Chávez-Maduro, ya deteriorada desde hace varios años, se intensificó después de haber sido desplazados de la campaña electoral, con el veto a los enormes recursos económicos que ello suele comportar en el derroche electoral chavista.
Pero el despliegue de recursos ilimitados y privilegios ha llegado a su fin. Y con él todas las loas, alabanzas, elogios de la familia de Chávez al régimen de Maduro. Hace algunos años, entrevisté a Rafael Ramírez, exzar petrolero y dueño de todas las llaves de las cajas del dinero en Venezuela, y me comentaba, en aquel tiempo de su relación estrecha con María Gabriela, que ella debía hacer pública su postura en contra del régimen de Maduro. No lo dijo abiertamente pero insinuó que María Gabriela Chávez no tiene buena relación con Maduro pero no se atreve a hacerla pública.
Y ahora, tras la debilidad máxima, tras la derrota electoral, ya nadie confía en nadie. Y si el chavismo tiene un master y un doctorado en espionaje interno, es decir, no sólo a sus adversarios, especialmente entre ellos mismos, de qué no se enterará Diosdado Cabello cuando ahora tiene a sus pies a toda la inteligencia y la contrainteligencia.
A pesar de que el chavismo se maneja por clanes que rivalizan entre sí por el control del poder, hasta ahora siempre sean mostrado como un monolito cada vez que se sienten amenazados y en peligro.
Pero la derrota electoral y su debilidad puede cambiar las cosas.
Nadie confía en nadie. La vigilancia es permanente las reticencias máximas. ¿Y sabiendo que el castillo puede desmoronar se en cualquier momento, alguien le puede garantizar a Maduro que ninguno de los suyos se ha hecho con las actas verdaderas, las que prueban su derrota?
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