El Señor quiere usar a la escuela de iglesia para ayudar a los padres en la educación y preparación de sus hijos
para el tiempo que nos espera. Por lo tanto, dedíquese la iglesia con fervor a la obra de esta escuela, y haga de
ella lo que el Señor quiere que sea (Consejos para los Maestros, pág. 127).
Dios ha designado a la iglesia como atalaya, para que ejerza un cuidado celoso sobre los jóvenes y niños, y
que como centinela vea cómo se acerca el enemigo y advierta del peligro. Pero la iglesia no comprende la
situación. Duerme estando de guardia. En este tiempo de peligro, los padres deben despertarse y trabajar como
por su vida, o muchos de los jóvenes se perderán para siempre (Id., pág. 126).
La ley de Dios debe exaltarse.
La iglesia tiene una obra especial que hacer en lo que toca a educar y disciplinar a sus niños de modo que, al
asistir a las clases o estar en cualquier otra compañía, no sientan la influencia de los dominados por hábitos
corrompidos. El mundo está lleno de iniquidad y desprecio de los requerimientos de Dios. . . . Las iglesias
protestantes han aceptado el falso día de reposo, producto del papado, y lo han exaltado por encima del día
santificado por Dios. Es tarea que nos corresponde la de explicar con claridad a nuestros niños que el primer
día de la semana no es el verdadero día de reposo y que su observancia, después de habernos llegado la luz en
cuanto a lo que es el sábado, es una franca impugnación de la ley de Dios (Joyas de los Testimonios, tomo 2,
pág. 452).
Obreros especializados deben ser preparados para Cristo.
Como iglesia, como individuos, si queremos 293 estar sin culpa en el juicio, debemos hacer esfuerzos más
generosos para la educación de nuestros jóvenes, a fin de que puedan estar mejor preparados para las diversas
ramas de la gran obra confiada a nuestras manos. Debemos trazar planes sabios, para que las mentes
ingeniosas de los que tienen talentos puedan ser fortalecidas y disciplinadas de la manera más refinada, a fin
de que la obra de Cristo no sea impedida por falta de obreros hábiles, que harán su obra con fervor y fidelidad
(Consejos para los Maestros, pág. 35).
Todos deben compartir los gastos.
Participen todos en los gastos. Repare la iglesia en que aquellos que deban recibir sus beneficios estén
asistiendo a la escuela. Se debe ayudar a las familias pobres. No podemos llamarnos verdaderos misioneros si
descuidamos a aquellos que están a nuestras mismas puertas, que se hallan en la edad más crítica y que
necesitan nuestra ayuda para obtener el conocimiento y la experiencia que los capacite para el servicio de
Dios.
El Señor quiere que se hagan afanosos esfuerzos en la educación de nuestros niños (Joyas de los Testimonios,
tomo 2, pág. 475).
Aliviad la carga financiera de educar a los jóvenes dignos.
Las iglesias de diferentes localidades deben sentir que descansa sobre ellas la solemne responsabilidad de
educar a los jóvenes y preparar sus talentos para que se dediquen a la obra misionera. Cuando ellos vean en la
iglesia quienes prometen llegar a ser obreros útiles, pero que no pueden sostenerse en la escuela, deben asumir
la responsabilidad de mandarlos a una de nuestras escuelas. Hay en las iglesias excelente capacidad que
necesita dedicarse a servir. Hay personas que prestarían buen servicio en la viña del Señor, pero muchas son
demasiado pobres para obtener, sin ayuda, 294 la educación que necesitan. Las iglesias deben considerarlo un
privilegio tener una parte en sufragar los gastos de las tales.
Los que tienen la verdad en su corazón, son siempre generosos, y ayudan donde es necesario. Van a la cabeza
y otros imitan su ejemplo. Si hay quienes debieran gozar de los beneficios de la escuela, pero no pueden pagar
toda su enseñanza, manifiesten las iglesias su liberalidad ayudándoles (Consejos para los Maestros, pág. 57).
Fondo para estudios superiores.
Créese un fondo por contribuciones generosas para el establecimiento de escuelas colegios e instituciones
superiores] que lleven adelante la obra educativa. Necesitamos hombres bien preparados, bien educados, para
trabajar en interés de las iglesias. Deben presentar el hecho de que no podemos confiar nuestros jóvenes a los
seminarios y colegios establecidos por otras denominaciones; debemos reunirlos en nuestras escuelas, donde
no se descuidará su preparación religiosa (Id., págs. 36, 37).
Информация по комментариям в разработке