Ser indígena migrante no cambia tu cultura

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La identidad miskita está presente en el idioma, costumbres, expresiones artísticas, gastronomía, bailes y saberes ancestrales. Cuando se migra, por las razones que sean, la cultura también migra.

Krislen Rivas es una miskita de 28 años nacida en Bilwi, Caribe Norte de Nicaragua. En esta región, viven más de 121 mil ciudadanos de la etnia miskita. Ella estudiaba ingeniería agroforestal y estaba a punto de graduarse, pero hace un año se vio forzada a migrar a Costa Rica debido a la represión estatal ejecutada por la policía contra personas y familiares que el gobierno tachó
acho de opositores.

Krislen, su esposo y su niño viven en un bonito apartamento de cemento, color blanco crema, piso de cerámica, bien ventilado e iluminado con una amplia vista a las áreas verdes cerca de La Carpio, un asentamiento bastante precario en Costa Rica, poblado principalmente por migrantes nicaragüenses.

A diferencia de otras familias indígenas, la de Krislen goza de cierta estabilidad. Su esposo trabaja en construcción. Ella realiza las labores de cuidado y participa en procesos de formación dirigidos a mujeres migrantes exiliadas en Costa Rica.

“Mi esposo, mi niño y yo estamos empezando poco a poco y nos va bastante bien, porque él trabaja en la construcción y yo estoy formándome como promotora y ahí vamos avanzando”, dice Ríos.

El lugar donde vive es muy diferente al de Nicaragua, partir de su natal Bilwi, una ciudad con extensas calles de tierra, el mar caribe de frente y la abundancia de cocoteros y arboledas por doquier. Sin embargo, dice Ríos, estar lejos de su comunidad no la hace perder su identidad. “Aquí estamos practicando siempre nuestra lengua, hacemos nuestras comidas, mantenemos nuestra cultura, los domingos siempre vamos a misa porque la recibimos en misquito con un pastor de nuestra etnia”, mencionó.

VIDEO KRISLEN


Aprender otra cultura sin perder la propia

Krislen dice que es necesario transmitir el idioma miskito a sus hijos e hijas para no perder este elemento de su cultura.

“Yo tengo mi bebe. Él aún no va la escuela, pero nuestro deber está en enseñar nuestro idioma. El español es la lengua que necesita para educarse aquí y queremos que lo hable bien, pero en su crecimiento vamos enseñándole misquito, porque es nuestra lengua materna y es importante que el niño hable dos idiomas, incluso hasta puede aprender inglés, porque estamos conviviendo con nuestros vecinos que son creoles, afrodescendientes del Caribe Sur de Nicaragua”, menciona Krislen.

Krislen agrega que la cultura miskita no se extinguirá porque las relaciones de la comunidad exiliada son fuertes y amplias, y aunque el idioma es una de las bases de su identidad, la convivencia del pueblo miskito es colectiva y familiar.

“Aquí en el exilio como indígenas, como mujeres, como familia miskitas a veces nos reunimos como una sola comunidad para preparar comida tradicional. En donde vivimos hacemos nuestra comida, compartimos con nuestros vecinos el rondón y así estamos compartiendo nuestra cultura y nada se va perdiendo, porque, aunque estamos exiliados en otro país siempre mantenemos nuestra comida típica, nuestra cultura, nuestra forma de vivir”.

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