📽 La amargura final de Simón Bolívar, Análisis de Arturo Uslar Pietri 💥

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📽 La amargura de Bolívar en sus días finales, no los cuenta Arturo Uslar Pietri 💥 📸 #AI 📹 #historia 🎥 #hispanidad 🏪
Audio:    • La Muerte del Libertador, Simón Bolívar  
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"Muerte de Simón Bolívar “El Libertador” 17 de diciembre de 1830" Simón Bolívar, libertador de Bolivia, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú, murió el 17 de diciem-bre de 1830 en Santa Marta, Colombia, a la 1:03:55 de la tarde (hora de Colombia), a causa de pulmonía severa.
Dos cosas tenía en mente Bolívar: O irse a Inglaterra a recobrar su salud y escribir sus memorias o comenzar a trabajar para recuperar la unión Gran Colombiana. Su salud se había empeorado mucho. Sale de Bogotá y no falta quien le grite: “¡Longa-niza!” (Longaniza era un loco que mendigaba por las calles de la ciudad). En Carta-gena, el 1 de julio, se entera del Asesinato de Antonio José de Sucre. El 1º de di-ciembre llegó a Santa Marta. El general Mariano Montilla, quien era uno de los po-cos que lo acompañaban, contrató a un médico francés, Alejandro Próspero Reve-rend, quien por más que se le insistió se negó rotundamente a cobrar honorarios por atender a Bolívar. El día 2 de diciembre, el doctor Reverendo escribió sus prime-ras impresiones, entre otras cosas decía: “Las frecuentes impresiones del paciente indicaban padecimientos morales. Finalmente, la enfermedad de S. E. me pareció ser de las más graves, y mi primera opinión fue que tenía los pulmones dañados". Al otro día escribe: “duerme solamente dos o tres horas a prima noche, y el resto lo pasa desvelado, y como con pequeños desvaríos". Un español, Joaquín de Mier y Benítez, le ofrece su casa en la Hacienda de San Pedro Alejandrino, ubicada en las afueras de Santa Marta, para que se recupere de sus males. Llegó a la hacienda un poco mejor pero el día 8 tuvo una recaída. Ese día, Reverendo escribe: "El enfermo disimula sus padecimientos, pero estando solo da algunos quejidos". El día 10 Bolí-var le pide al médico que le hable francamente y éste le dice que no cree que pueda salvarse. Bolívar le dice: “¿Y ahora, ¿cómo salgo yo de este laberinto?” Se decide entonces escribir su última proclama y su testamento. El día 11 escribe su última carta. Va dirigida a Justo Briceño, y le pide que se reconcilie con Rafael Urdaneta para salvar la Unión de la Gran Colombia.
A partir del día 12 se agravó mucho más. A veces deliraba. El día 17, a eso de las once de la mañana entró en estado agónico. Reverendo lo narra:
"Me senté en la cabecera, teniendo en mi mano la del Libertador, que ya no habla-ba sino de modo confuso. Sus facciones expresaban una perfecta serenidad; ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaban sobre su noble rostro. Cuando advertí ya la respiración se ponía estertorosa, y el pulso trémulo, casi insensible, y que la muerte era inminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los genera-les, edecanes y los demás que componían el séquito de Bolívar: "Señores, exclamé, si queréis presenciar los últimos momentos y el postrer aliento del Libertador, ya es tiempo".
Inmediatamente fue rodeado el lecho del ilustre enfermo, y a los pocos minutos exhaló su último suspiro Simón Bolívar.
José Palacios, su mayordomo, llorando en un rincón de la habitación exclamó: “¡Se me murió mi señor!”. El general Montilla no pudo contener el llanto y exclamó: "¡Ha muerto el Sol de Colombia!”. Desenvainó su espada y cortó el cordón del péndulo que marcaba la hora, el cual se quedó para siempre marcando la una, tres minutos y cincuenta y cinco segundos (01:03:55) de la tarde. Acompañaron a Bolívar en sus últimos momentos los generales: Mariano Montilla, José María Carreño, José Lau-rencio Silva, José de La Cruz Paredes, el coronel Belford Hinton Wilson, Juan Glenn, el Capitán Andrés Ibarra, Lucas Meléndez, José María Molina, Joaquín de Mier, el doctor Manuel Pérez Romero, el doctor Próspero Reverendo, Manuel Ujueta, el no-tario José Catalino Noguera, su sobrino Fernando Bolívar Tinoco y su mayordomo José Palacios.
Cuando Reverendo fue a amortajar el cuerpo se dio cuenta que la única camisa que tenía Bolívar estaba rota. Reverendo dijo: “Bolívar aun muerto no vestirá una cami-sa rota, voy a traer una de las mías”. Pero le entregaron una que mandó el general José Laurencio Silva y con esa vistió el cuerpo.


“Sí Bolívar hubiera muerto Cómo murió San Martín en el destierro europeo, Solitario mascullando por los recuerdos para su figura fue mejor así para la lección moral que les deja a los venezolanos fue mejor así”
“Para su grandeza fue mejor así”
“Qué esa vida tan gloriosa que ese hombre realizó que las cosas tan increíbles que realizó hubiera determinar de esa manera tan Trágica abandonado negado perseguido por los mismos que le debían todo que le debían algo más que el bien de la libertad que le dio la dignidad de hombre libres”

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