JULIA ILLANES | HELME | SUBTITULADO QUECHUA ESPAÑOL |

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Hermenegildo Santa Cruz, mozuelo alegre y juguetón de 20 años, a quien llamaban cariñosamente Helme, se había enamorado de Rosita Abregú, la chica más linda del pueblo. Ella, con sus 18 años, era la gloria de jóvenes y viejos.

Helme y Rosa se juraron amor eterno. ¡Sólo la muerte nos separará! Decían: soñaban con hijos y una vida feliz… ¡Sueño de toda pareja enamorada!

Pero el destino estaba escrito…Doña Leonora, madre de Rosa, mujer solícita y ambiciosa, había decidido dejar de ser pobre y para ello casaría a su hija con don Jesús Santos, un rico comerciante de 40 años.

Rosa enamorada, casi muere de dolor, cuando su madre le prohíbe que vea a Helme y la obliga a casarse con don Jesús. No pudo hacer nada, resignada aceptó casarse. Helme no acepta tal decisión, maldijo su suerte y se dedicó a tomar.

Feliz, don Jesús llenó de joyas y vestidos lujosos a su joven esposa, y, a la suegra, ni que decir… realizó todos sus caprichos. Jesús pensaba que “el amor con el tiempo vendría”, ¡qué vana esperanza!. Convencido de ello, nuevamente comenzó a viajar llevando mercaderías hasta las Minas de Santa Inés. Se ausentaba por varios días y así fue mes tras mes.

El diablo no anda por gusto, dicen… Y fue que una noche que Helme, tomando con sus amigos, recordando más que nunca los desprecios de doña Leonora y loco de amor y celos va hasta la casa de Santos y toca la puerta…toc, toc, toc.

Rosa dormía, escucha entre sueños la voz de su amado, ella tampoco había olvidado a Helme, toc. toc, toc, los sonidos fueron más fuertes, insistentes toc, toc, toc…. Rosacha ñuja cuyayqim, abre la puerta, conversa conmigo, no sabes que estoy muriendo por ti, decía y lloraba tras la puerta.

Rosa, al escuchar la voz de su amado se sintió morir. Su corazón empezó a latir violentamente y le mandaba abrir la puerta, mientras que su conciencia le decía: ¡no abras!, ¡eres mujer casada!

Pero ¡ay! Abrió la puerta y sin medir las consecuencias se entregó a los brazos de Helme en el lecho de don Jesús. ¡Qué mala decisión!.

Los días iban y venían como Jesús a la minas de Santa Inés…todo el pueblo hablaba, pero nadie se atrevía a contar la verdad al platero… él se daba cuenta que algo pasaba por las miradas de sus vecinos.

Es entonces que un poeta escribió un libelo, un escrito donde se insulta o denigra a las personas, que decía:

Santos es un buen santo, en el reino de los santos, dinos Santos; ¿el madero en que murió Jesús, es Cruz Santa o Santa Cruz?

Don Jesús no entendió o no quiso entender el mensaje y sin hacer caso siguió con su vida.

Entonces el malévolo escritor publicó otro libelo que decía:

Este Santo no adivina y parece que tiene muermo, que diga entonces: ¿cuál misterio le rezan a San Cornelio?

Jesús, mordiéndose la cólera regresó a su hogar, observó a su mujer, para ella nada pasaba, seguía haciendo las labores cotidianas.

No es sabio el diablo por diablo sino por viejo, dicen. Jesús prepara su viaje y se despide de su mujer diciéndole que tardará un poco en volver,… cuida la casa, riega la sementera, le dice….




La noche cubría la vieja ciudad, los amantes se entregaron a su pasión y ahora dormían después de haber bebido unas copas de licor.

Tocan la puerta, toc, toc, toc… se escuchan voces. ¡Rosa… abre, abre!... grita el marido. Toc, toc, toc.

Rosa despierta asustada, no sabe que hacer, reconoce la voz de su marido. ¡Espera!.. le dice. ¡Voy a ponerme mis zapatos! Y loca de miedo despierta al amante que duerme y ronca sin escucharla… el sueño, el cansancio y el licor habían hecho su efecto.

Jesús, loco de celos, rompe la puerta de un empujón… al ingresar ve a Helme en su cama y a su mujer, su mujer, su Rosa, la mujer a la que entregó su vida, en quién ciegamente confió… lloraba arrodillada al pie de la cama.

Loco de rabia, toma un cuchillo, abre el pecho del desgraciado que nunca despertó y le saca el corazón… ante los gritos desesperados de Rosa.

Riendo como un loco pone el corazón de Helme en la mesa y le dice a Rosa: ¡Trágatelo o te mato!, ella comió el corazón crudo de su amado… Jesús de un tajo la mata también…

La honra con sangre se lava, se dijo…. Y riendo como un loco salió de su hogar para nunca más volver….

La leyenda dice que el loco Santos caminaba por las calles del pueblo pronunciando el nombre de Rosa, otros más justicieros dicen que murió de viejo tras las piedras que encierran la cárcel de Huamanga.

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