Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el "plan Sánchez para la salvación democrática" con el que pretende combatir los bulos y la desinformación de medios como siempre de derechas.
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Llegó el día. Por fin llegó el día. Bendito día en que todas las angustias serán sofocadas. Todos los temores quedarán ahuyentaos. Toda la zozobra social se verá resuelta. Es el día D. El día en que el presidente Sánchez desembarca en Normandía para salvar la democracia de quienes la asedian con la desinformación y con los bulos. De derechas, por supuesto.
Sánchez desembarca en Normandía para salvar la democracia
Se ha autoimpuesto nuestro presidente esta misión trascendental, imprescindible para que nuestra democracia aguante. Una misión sanadora, higiénica, valiente, claro que sí, valiente porque los enemigos son poderosos, de derechas, por supuesto, con máquinas de fango en cada esquina y dinero perfectamente opaco que a saber de dónde sale. No es sólo valiente, esta misión es histórica y es heroica.
Un simple jefe de gobierno, sin más poder que el que le dan los decretos, y el BOE, y las órdenes ministeriales, y el control de las empresas públicas y de los órganos reguladores y de los fondos europeos y de los medios de comunicación afines, un simple jefe de gobierno sin más poder que ése saliendo al campo de batalla a enfrentarse a pecho descubierto a las páginas web y los pseudomedios digitales (de derechas, por supuesto).
Nuestro presidente podía haber elegido salvarse sólo a sí mismo, combatir únicamente los bulos que le afectan a él y su familia, pero en un gesto de generosidad que le engrandece ha elegido salvarnos a todos combatiendo no sólo los bulos, sino también las informaciones veraces que le afectan a él y su familia. Cuando la democracia está en peligro, más vale pecar por exceso que por defecto. Y la desinformación y los bulos, como se sabe, son siempre de derechas.
El Consejo de Ministros aprueba el plan Sánchez para la salvación democrática
Hoy, el Consejo de Ministros por fin llegó el día aprueba el plan Sánchez para la salvación democrática, bautizado por los voceros del mal como plan Begoña sólo porque brotó en la cabeza del presidente cuando fue su mujer quien empezó a verse en los papeles por sus actividades profesionales y su relación con empresarios. Entonces y no antes entendió el presidente que la desinformación es uno de nuestros problemas más acuciantes. Y que sólo si los criterios para repartir la publicidad institucional se modifican podrá respirar de nuevo la democracia.
Las reformas legislativas no las decide el gobierno, las deciden las Cortes
Les soltó una chapa importante el presidente a sus fieles -ríete tú de la que les suelto yo a ustedes cada mañana a esta hora-. Más no cabe aplaudir lo que uno ni siquiera conoce. El plan. Qué será, será lo que traiga el plan. No se analizó nada. No se debatió nada. Nadie preguntó nada. Nunca se hace. El público va a escuchar y aplaudir. Como prueba viviente ahí está Patxi López, último en enterarse de casi todos los planes gubernamentales. También, probablemente, de éste.
El plan Begoña nace con insinuaciones de reformas legislativas que ya veremos en qué quedan porque no consta, vaya por dios, que el presidente tenga mayoría parlamentaria para sacarlas adelante. El papel lo aguanta todo, sobre todo si es papel de Consejo de Ministros, pero las reformas legislativas felizmente no las decide el gobierno, las deciden las Cortes.
Ayer decía una crónica: ‘Sánchez confía en que Feijóo le apoye el plan’. No es verdad. No confía. Sabe que Feijóo no se lo va a apoyar. No confía pero dice que confía y hay quien titula, desinformando, que sí confía.
No tener Presupuestos significa que el Congreso que representa a la sociedad no respalda el proyecto que le has presentado para el año siguiente. Poca broma. Tu proyecto será tuyo, pero no es el proyecto de la mayoría de la sociedad. Por eso el presidente, cuando aún no era presidente, instaba a Rajoy a convocar elecciones en 2017. Por eso ahora que el presidente es él se insta a sí mismo a no convocarlas.
Como siempre. Pues este año no presentó, anda flojo de memoria. Desinformar es sostener que habiendo fondos europeos, dinero, dinero, los Presupuestos nuevos son innecesarios. Pero es sabido que la desinformación siempre es de derechas. Como la presión a los periodistas. Como los tratos de favor a unos medios en detrimento de otros. Como el aliento desde el poder a medios afines que de lectores andan justos pero de obsequios gubernativos en forma de exclusivas y entrevistas están sobrados.
El presidente nos salva. A la sociedad. A la democracia. Y al Parlamento restrictivo. Con o sin el concurso del Poder Legislativo. Y aún habrá quien se lo reproche.
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