Vuelta a España 2003. Etapa 7. Cauterets

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Aquella fue, sin duda, la etapa reina de aquella Vuelta a España 2003. Con las subidas puntuables al Monrepós (2ª cat.), Portalet (2ª), Aubisque (Esp) y Cauterets (1ª), la Vuelta iniciaba aquí su tríptico de etapas de montaña principales, un tríptico que puso a los escaladores ante la necesidad de atacar al verse éstos muy distanciados respecto al sorprendente líder Isidro Nozal. Y es que salvo en el caso del Triki Beltrán, el resto de escaladores tenían retrasos que fluctuaban entre los 3 y los 6 minutos.

Sin embargo, y aún a pesar de tener en el horizonte nada menos que tres etapas consecutivas de montaña con algunas de las más icónicas cimas pirenáicas del Tour de Francia, la cosa tenía truco porque que salvo en el caso del Aubisque (17,3 kms al 6,9% situado a poco más de 50 kms de la meta de Cauterets), el resto de puertos de paso carecían de poder selectivo ya fuera por afrontarse por sus vertientes más asequibles o bien porque éstas no enlazaban bien con sus respectivas metas en alto (Cauterets, Pla de Beret y Envalira), todas ellas largas en kilometraje pero cortas de rampas.

Si encima las demás etapas de montaña eran jornadas unipuerto (La Pandera y Sierra Nevada) o con no mucha chicha (Navacerrada) con la crono llana de Albacete siendo mucho más intimidante que la cronoescalada a Abantos (53 kms contra 12), ante eso los escaladores no podían dejar títere con cabeza en el "Obisqui" e incendiar allí la carrera sí o sí para recuperar el abundante tiempo perdido.

Todo muy favorable a Nozal, sí. Pero en su equipo su director Manolo Sáiz seguía sin tenerlo claro. Y es que todavía tenía intacta la baza del teórico jefe de filas Igor González de Galdeano, un corredor con años de bagaje como aspirante a ganar GVs y éste, a pesar de la exhibición de Nozal en la crono de Zaragoza, aún no había dado motivo alguno por el que dejar de confiar en él como caballo ganador.

Vamos, que la Vuelta 2003 tenía un tufo a Vuelta de 1991 que tiraba para atrás.

De ahí el por qué aquella jornada fue tan interesante, porque podríamos al fin ver de qué pasta estaba hecho el líder ya que había montaña de sobra y lo suficientemente bien colocada para que sus rivales reventaran a la estructura de la ONCE hasta obligarla a que su director Manolo Sáiz tuviera que elegir entre una de sus dos bazas.

Así pues, ¿se le acabará a Nozal el cuento de La Cenicienta tan rápido como vino al toque de las campanadas de medianoche o tendremos en él a la próxima princesa de cuento viviendo el resto de sus días feliz y comiendo perdiz?

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