El libro del Apocalipsis (o Revelación) del Nuevo Testamento se caracteriza por un lenguaje simbólico e imágenes proféticas que han cautivado la imaginación de creyentes y estudiosos durante siglos. Entre los pasajes más enigmáticos se encuentra el de Apocalipsis 13:18, que menciona un número asociado a la bestia … “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis”.
Este versículo ha desatado oleadas de interpretaciones: exegéticas, históricas, numéricas, conspirativas, literarias, musicales, etc. Se observa cómo la referencia a la bestia y su marca ha influido en la formación de grupos religiosos y de movimientos milenaristas, así como en la cultura popular, que ha hecho del “666” un símbolo reconocido globalmente como marca de lo siniestro. Por otro lado, invita a plantearse interrogantes sobre el mal, la condición humana, la historia y la relación del hombre con lo trascendente.
La presente reflexión pretende demostrar cómo “666” ha pasado de ser simplemente un pasaje apocalíptico para convertirse en un potente arquetipo del mal, tanto en el discurso religioso como en la cultura secular y en la imaginación popular. Por otra parte, la llamada del versículo a la “sabiduría” subraya que el entendimiento no se agota en una aproximación literal, sino que implica el ejercicio de la razón y la conciencia moral para discernir el misterio que el texto encierra.
El Apocalipsis y la tradición judeocristiana
El género apocalíptico en la tradición judeocristiana hunde sus raíces en los textos proféticos del Antiguo Testamento y en escritos testamentarios. Su objetivo es, por lo general, revelar —mediante visiones y símbolos— los acontecimientos que preceden o acompañan el “fin de los tiempos”. El Apocalipsis de Juan, último libro del Nuevo Testamento fue compuesto hacia finales del siglo I d. C., probablemente en el contexto de la persecución romana a las comunidades cristianas.
En su texto, se entrelazan imágenes poderosas: bestias, dragones, sellos, trompetas y copas que representan eventos o entidades históricas y espirituales. La tensión central se asienta en el conflicto entre el bien (representado por Dios y el Cordero) y el mal (personificado en el dragón y sus aliados). Bajo ese espectro, el versículo 13:18 destaca por su mención explícita de un número que, según el autor, “es número de hombre”.
El versículo 13 describe dos bestias, una que surge del mar y recibe autoridad del dragón, y otra que emerge de la tierra y actúa como una especie de “falso profeta” que induce a los habitantes a adorar a la primera bestia. En este contexto, se introduce la famosa marca de la bestia, sin la cual nadie podría comprar ni vender, y se enuncia un número concreto, el “666”. El versículo afirma:
“Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre; y su número es seiscientos sesenta y seis.” (Ap 13:18)
Cultura popular y conspiracionismo
Lejos de los círculos estrictamente religiosos, “666” se ha popularizado en la música —especialmente el heavy metal—, el cine, la literatura de terror y los videojuegos, donde aparece como una imagen de lo satánico, lo prohibido o lo macabro. Al mismo tiempo, la cifra se inserta en teorías conspirativas que hablan de un “nuevo orden mundial” que impondrá esa marca en la mano o en la frente a toda la humanidad.
La sociedad contemporánea, repleta de tecnología y redes de información, alimenta la multiplicación de relatos conspirativos. Según el sociólogo Manuel Castells, la “sociedad red” facilita la difusión de narrativas sobre control mundial: microchips, vacunas con rastreo, cámaras de vigilancia, etc. En muchas de estas narrativas, el número 666 aparece como señal inequívoca de sumisión a un poder satánico global.
No hay dudas que la bestia descrita en Apocalipsis 13 implica un poder que subyuga o pretende la adoración de las masas. Este poder no se limita al ámbito político, sino que abarca facetas económicas y culturales.
En el contexto original, es casi seguro que la primera lectura de la bestia apuntase al Imperio romano, que exigía rendir culto al emperador y perseguía a los cristianos que se negaran a ello. El control económico —no poder “comprar ni vender” sin la marca— simboliza la capacidad absoluta de un régimen para coaccionar a sus súbditos.
En un sentido más amplio, en diversos periodos históricos, grupos cristianos han identificado a la bestia con tiranías específicas: Napoleón, Hitler, dictaduras modernas, etc. Señalar a un líder como “el 666” es una estrategia discursiva para denunciar su carácter anticristiano y movilizar la resistencia.
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