AL PASAR JUNTO A LA VENDEDORA, EL MILLONARIO QUEDÓ PARALIZADO AL VER SU COLLAR... EL MISMO QUE...

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AL PASAR JUNTO A LA VENDEDORA, EL MILLONARIO QUEDÓ PARALIZADO AL VER SU COLLAR... EL MISMO QUE...

Alejandro conducía su lujoso coche por las concurridas calles de la ciudad. El cielo estaba despejado y soleado, pero nada parecía iluminar la oscuridad que habitaba en su corazón desde la muerte de su prometida, Gabriela, hace 18 años. El doloroso recuerdo lo había convertido en un hombre amargado e insensible. Al llegar al centro comercial donde se ubicaba su empresa, Alejandro bajó del coche y se dirigió a pasos largos hacia el edificio. Mientras caminaba por la acera, perdido en sus sombríos pensamientos, algo llamó su atención. Una joven, de no más de 20 años, estaba vendiendo flores frente al edificio. Con un simple vestido blanco y una sonrisa genuina, destacaba en medio de la multitud de personas apuradas en sus trajes formales. Alejandro le lanzó una mirada fría e indiferente, pero al notar el collar en el cuello de la joven, se detuvo abruptamente. Sus ojos se fijaron en el collar. Era imposible no reconocerlo. Ese era el mismo collar que le había dado a Gabriela como símbolo de su amor. La visión del collar trajo de vuelta una avalancha de dolorosos recuerdos.

La ira se apoderó de él y, sin pensar, se acercó rápidamente a la joven. "¿Dónde conseguiste ese collar?" Alejandro preguntó, su voz cargada de hostilidad. Fernanda, sorprendida por la brusca aproximación, intentó responder, pero las palabras fallaron al ver la severa expresión de Alejandro. "Te pregunté, ¿dónde conseguiste ese collar?" repitió, su paciencia agotándose. "Ese collar... era de mi madre," Fernanda respondió finalmente, con voz temblorosa. Alejandro, incapaz de contener su furia, agarró el collar y lo arrancó de su cuello, rompiendo la cadena. Fernanda gritó de dolor y sorpresa, mientras la multitud a su alrededor se detenía para observar la escena. "¡Ladrona!" gritó Alejandro. "¡Ese collar perteneció a Gabriela, mi prometida!" Las lágrimas corrían por el rostro de Fernanda, pero no podía hablar, aterrorizada por la intensidad de Alejandro. Un policía, notando la confusión, se acercó rápidamente. "¿Qué está pasando aquí?" preguntó el policía, tratando de entender la situación. "Ella llevaba un collar que perteneció a mi prometida," dijo Alejandro, sosteniendo el collar con fuerza. "Ya recuperé lo que era mío." El policía miró a Fernanda, que estaba claramente asustada y herida. La tomó por los brazos y la apartó de la multitud.

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