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Lo primero que desearía haber sabido a mis 20 años es que: no puedes ahorrar hasta ser próspero. Comenzaré diciendo que nunca me avergoncé de no tener dinero porque fui un estudiante en bancarrota hasta casi la mitad de mis 20 años. E incluso cuando comenzamos The Gentleman’s Gazette, los primeros años no gané un salario. Es decir que casi nunca compraba ropa nueva o cosas nuevas de ningún tipo.
La segunda lección que aprendí fue dejar a un lado el orgullo si conviene financieramente. Esto lo aprendí de 20 años. Mi esposa trabajaba en las mañanas y yo en The Gentleman’s Gazette, y la verdad no estaba aportando nada de ingresos en el hogar. Luego mi esposa perdió su trabajo, y podríamos haber sobrevivido con trabajos por hora con salarios bajos en McDonald's o Target, pero sus padres se ofrecieron a ayudarnos. Al comienzo no estaba feliz con eso porque siempre me criaron para ser muy independiente pero lo pensamos, y acordamos aceptar su ayuda porque nos permitiría perseguir lo que queríamos hacer. Mi esposa obtuvo una maestría y yo continué con The Gentleman’s Gazette, lo que eventualmente nos llevaría a la independencia financiera.
Lo tercero es que la universidad o las escuelas de posgrado no siempre valen la pena. Sé que es un tema popular actualmente por lo del aumento de los costos y con más graduados con toneladas de deudas. En lo personal, estudié derecho en Alemania, pero al año me di cuenta de que lo odiaba, y después de las prácticas, nunca quise trabajar en derecho; sin embargo, en ese entonces, si me retiraba me hubiera endeudado por completo, así que seguí mis estudios.
La cuarta cosa que me diría a mí mismo es que si puedes soñarlo, ¡puedes hacerlo! Al crecer, nunca estuve expuesto al emprendimiento. Mis padres eran empleados, al igual que sus amigos, y no conocía a nadie que fuera emprendedor. Por eso pensé que naturalmente, mi futuro sería como empleado. Sin embargo, me tomó un tiempo darme cuenta de que mi desempeño nunca fue el mejor como empleado, y que trabajando para mi me sentía más contento y satisfecho. En retrospectiva, en el fondo sabía que quería hacer algo por mí cuenta, pero me faltaba coraje y creer de que podía hacerlo.
Cinco, definitivamente me diría que abandone las cosas si no funcionan. Y me refiero a las cosas en general. Pueden ser relaciones, ideas o planes de negocios, o simplemente algo a lo que se dedique, tal vez un trabajo.
Sexto. Pensar demasiado, o muy poco, en el futuro pueda ser dañino. Sí, es bueno pensar en el futuro pero también vivir en el presente.
Siete. La vida puede golpearnos en un instante. En el 2012, mis dos padres fueron diagnosticados con cáncer con tan solo meses de diferencia. Mi mamá, con cáncer de seno y mi papá, con cáncer de páncreas. Pensamos que morirían. No teníamos mucho dinero, quizás solo lo suficiente para viajar para allá y acompañarlos hasta el final, como pensé. Afortunadamente, ambos están en remisión, están vivos y felices.
Lo octavo que desearía haber sabido antes es que uno mismo puede aprender cualquier cosa si realmente se quiere. Probablemente habría cuestionado mi deseo de estudiar leyes s si hubiera sabido que podía aprender sobre otras cosas al principio y descubrir si era lo que quería seguir o no. Dicho esto, aparte de haber estudiado leyes, soy bastante autodidacta.
La novena cosa que desearía haber sabido antes es que debe consultar a mentores u organizaciones con personas de ideas afines que realmente puedan ayudarlo a crecer desde un punto de vista comercial, pero también en lo personal.
Por último, pero no menos importante, una de las principales cosas que me diría es que lo mejor es delegar. Es particularmente cierto para los empresarios, pero, sinceramente, es cierto para cualquiera, y es una de las formas de ser verdaderamente más feliz.
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