Entre castillos, santuarios, piedras de tonos rojizos y descubrimientos gastronómicos, recorre el valle del Dordoña
de pueblo en pueblo. Descubre los 6 pueblos mas bellos de este espectacular valle.
El más vertiginoso : ROCAMADOUR
Rocamadour y su silueta reconocible entre mil al borde de un acantilado, en el valle del Dordoña.
Rocamadour y su silueta reconocible entre mil al borde de un acantilado, en el valle del Dordoña.
Agarrado a la ladera de un acantilado, entre el cielo y la tierra a 150 metros sobre el cañón del Alzou, Rocamadour tiene todos los atributos de una ciudad sagrada. Este pueblo vertical, construido en etapas sucesivas y cuyos orígenes se remontan a la Prehistoria, está compuesto por una superposición de casas y capillas coronadas por un castillo. Lugar de peregrinación, la gente acude a su santuario al que se accede tras superar los 216 peldaños de la escalera de los Peregrinos. La capilla Notre-Dame de Rocamadour es el corazón y en ella se encuentra la Virgen Negra, una estatua en madera de nogal del siglo XII ante la que vienen a recogerse los peregrinos desde hace más de ocho siglos. En un registro diferente, Rocamadour también es célebre por su queso de cabra. Puedes descubrir cómo se fabrica en la granja la Borie d’Imbert, situada a la salida de Rocamadour.
El más colorido: COLLONGES-LA-ROUGE
Este color rojo, incluso centelleante según la luz, se debe a la presencia de óxido de hierro en el gres utilizado para construir el pueblo. Entre las casas, mansiones y pequeños castillos, nos detenemos en la iglesia de Saint-Pierre y su campanario octogonal del siglo XII, así como en el mercado cubierto cuyo horno de pan es utilizado durante las fiestas de la localidad. En verano, se puede aprovechar la apertura al público de la casa de la Sirène, un edificio del siglo XVI convertido en museo.
El más panorámico: LOUBRESSAC
Desde el pueblo de Loubressac se domina el valle del Dordoña.
A Loubressac se acude tanto por el pueblo mismo como por las vistas que ofrece de los alrededores. Encaramado a una roca, el pueblo domina los valles del Dordoña, del Cère y del Bave.
Las casas medievales de piedras ocres y tejas oscuras,
El más burgués: AUTOIRE
Este pequeño pueblo del Quercy, lugar de veraneo de los notables de la localidad vecina de Saint-Céré, era conocido incluso como “el pequeño Versalles”. Hoy disfrutamos de este patrimonio admirando las casas con fachadas de piedras claras y tejados de tejas oscuras realzados por la vegetación.
El más gastronómico: CUREMONTE
En Curemonte, todo va de tres en tres. La historia del pueblo estuvo marcada por tres grandes familias: los Curemonte, los Candaillac y los Plas. Cuenta con tres castillos, el de Saint-Hilaire, reconocible por su torre cuadrada y el vecino castillo de Plas con torres redondas, así como el castillo de la Johannie. Los dos primeros acogieron, entre otros, a la escritora Colette, que se refugió allí durante la II Guerra Mundial. Curemonte cuenta asimismo con tres iglesias, entre ellas la iglesia Saint-Hilaire, situada a la salida del pueblo, una de las más antiguas de la Corrèze. A visitar también en Curemonte, el mercado cubierto y su artesonado de origen en madera de roble que servía antaño como mercado de grano
El más monástico: CARENNAC
El tiempo parece haberse detenido en este pequeño pueblo medieval que se alza sobre una terraza rocosa a orillas del Dordoña. Antiguo burgo monástico, Carennac fue construido alrededor del priorato de la orden de Cluny, fundado en el siglo XI.
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