Poema creado para el 25N de este año y recitado en el acto del ministerio de igualdad.
Texto original:
Las cosas ya no son como antes.
No te quejes, mujer.
Ya hablas de igualdad en las calles, de sexo en los bares, de cuidados en casa, de amor que no duele, ya vas vestida como quieres.
¿Qué más quieres?
Ya te masturbas, y lo dices.
Ya menstruas, y lo dices.
Ya hay violencia, y la señalas.
Ya estás mucho más calmada.
Ganas casi lo mismo.
Limpias casi lo mismo.
Lloras casi lo mismo.
Ya la hija, la prima, la hermana
camina sin ser cuestionada.
(salvo un día, anecdótico)
Ya la novia, la esposa, la mujer
sale con sus amigas y él no se enfada.
(hubo un día, anecdótico)
Ya la compañera de trabajo concilia, da el pecho, no se siente acosada.
Ya hay murales, libros, un montón poemas y canciones.
¿Qué más quieres?
No te quejes, mujer.
Ya tienes un novio que te ama y no te pega.
Ya sales de casa y nadie te piropea.
Ya en los colegios hay charlas.
Ya nadie te llama guarra – bueno, aquel señor – pero en general ya nadie te agrede.
Ya eres libre. Ya estás empoderada.
¿Qué más quieres?
Si te hemos dejado que hables, si te hemos dejado que bailes.
Si ya te estamos escuchando.
[No estás sola. Yo sí te creo. Si nos tocan a una, nos tocan a todas. No es No, lo demás es violación. Sola o borracha quiero llegar a casa. No estamos todas, faltan las asesinadas. No es un caso aislado, se llama patriarcado.]
Pero ahora, ¿Quién nos habla?
Sí me quejo porque he dejado de ponerme el vestido que tanto me gustaba, por si acaso, que es muy corto, ando por la calle acojonada, no siempre, algún día me miran y en el metro ayer me levantaron la falda, me he negado a pedir un aumento, no van a creer lo que les cuento, a mí me cuidan mis amigas no/creo que salga de fiesta, no me sentí acosada al menos aquel día, los pinchazos en las discotecas a mí no me han tocado, pero agarro mi copa muy fuerte, de la mano a mi amiga muy fuerte, las llaves en la mano muy fuerte, los portazos suenan muy fuertes, sonrío entre dientes. Me quejo aunque me sienta arropada porque no dejas de hablar en nuestro nombre.
La lucha la hicimos nosotras.
Ahora urge un cambio de mirada: de la mujer a los hombres.
De la víctima, al agresor.
De la de la falda corta, al violador.
Miro los recursos, mis referentes, a mi hermanas, la calle morada.
Podría haber evitado el callejón,
no dijo claro que no.
No te quejes, mujer.
Y entre todo ese ruido yo busco mi voz, mi punto de vista, mi verdad.
Nos hemos protegido, nos hemos organizado, hemos hecho pancartas, corrido, cantado.
¿Dónde estabas tú?
¿Diciéndome que no me quejara o ampliando la mirada?
Urge un cambio de foco.
Parece que se nos olvida.
Que por mucho que ella denuncie, que alguien me crea, que yo me alarme.
Que cambie de acera, que proteja a mi amiga, que no vuelva sola del baile.
Nada cambia, si no hay algo distinto.
Sin educación, prevención y reparto de cuidados.
Por mucho que deje de quejarme,
nada cambia
si no dejas de violarme.
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