¿PABLO NO FUEAPOSTOL?- Pastor Carlos Hoyos

Dios les bendiga, Gran predica misionera recordemos el esfuerzo y trabajo de los ministros escogidos por Dios.
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Marcos 16: 15-18
porque es trabajo de todo no solo del pastor.

Esta predica nos ofrece una reflexión profunda sobre el ministerio apostólico de Pablo y cómo esto puede aplicarse a nuestra comprensión del servicio cristiano hoy:

El derecho apostólico: Pablo comienza defendiendo su apostolado ante los corintios, recordándoles que él también ha visto al Señor Jesús y ha sido comisionado por Él para predicar el evangelio. Esto nos enseña la importancia de la autoridad divina en el llamado y la tarea de proclamar el evangelio y liderar en la iglesia.

El derecho a la manutención: Pablo discute el derecho de los apóstoles y ministros del evangelio a recibir apoyo material de aquellos a quienes ministran. Aunque él mismo decide no ejercer este derecho para no ser un obstáculo para el evangelio, enfatiza que aquellos que trabajan en el ministerio tienen el derecho a vivir de dicho ministerio.

El ejemplo de servicio desinteresado: A pesar de tener el derecho a recibir apoyo, Pablo muestra un ejemplo de servicio desinteresado al no ejercer este derecho. Esto destaca la importancia del sacrificio personal y la disposición a renunciar a comodidades personales en aras de la misión y el servicio a otros.

El llamado al compromiso y la entrega: Este pasaje nos llama a reflexionar sobre nuestro propio compromiso con el servicio cristiano. Nos desafía a considerar si estamos dispuestos a sacrificar nuestros propios intereses y derechos por el bien del evangelio y el beneficio de la comunidad cristiana.

Nos invita a reflexionar sobre la autoridad y el compromiso en el servicio cristiano, el derecho a recibir apoyo en el ministerio, y el ejemplo de Pablo en el sacrificio personal por el bien del evangelio y la iglesia. Esto nos desafía a considerar cómo podemos aplicar estos principios en nuestras propias vidas y ministerios, buscando siempre honrar a Dios y servir a los demás con integridad y generosidad.