Canción a la Virgen de Belén Salazar de las Palmas

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Letra arreglada de Graciela Pérez Rodríguez,
intérpretes: Youtube :Graciela y Julieta misioneras de la fe

LA INDIECITA Y LA APARICIÓN DEL
MILAGRO LIENZO

Allá por el año de 1671, vivía al pie del cerro de la trinidad, (hoy La Belén), en una destartalada y humilde choza una sencilla, amable y piadosa indiecita perteneciente a la tribu de los Cìneras llamada Catalina. Es de destacar que para aquella época ya existían misioneros católicos que enseñaban y evangelizaban las tribus de aquellas regiones. De ahí, que esta indiecita en medio de su pobreza y de su sencillez entregada al ciudadano de su hogar, practicada de manera loable y edificante el culto piadoso a la Divinidad.

La cauta y acuciosa indiecita acostumbraba con frecuencia ir a la quebrada a lavar sus ropas un día de gracias, vio que el agua arrastraba en su transparente y cristalina corriente un pedazo de manta o tela burda que llamo y causó extrañeza a la piadosa y buena mujercita. Movida por la curiosidad, o más bien iluminada en tan solemne momento, tomó en sus manos aquella tela, de poco valor en apariencia, la extendió prolija y cuidadosamente sobre una piedra mirando que se encontraba a la orilla de la quebrada.

Al terminar su valor volvió para recoger el pedazo de tela y… Cuál sería su sorpresa, al fijarse determinadamente en el lienzo al distinguir en el fondo algunos rasgos imperfectos que se le parecieron a los de la Santísima Virgen. Llena de júbilo y de regocijo por la prodigiosa aparición, corrió hasta su humilde vivienda para depositar un valioso trofeo en el altarcito que ella tenía levantado en su recatada e insignificante choza para alabar y bendecir a su amada Señora.

Le encendió una lamparita y de rodillas dio gracias muy rendidas y elevo piadosas oraciones al Altísimo por tan señalado favor. Esta es practica cristiana y devota la siguió durante todos los días después de la aparición, tal vez con mayor fervor y devoción. Pero al correr el tiempo ella iba notando entusiasmada que el piadoso Lienzo se perfilaba con mayor perfección la belleza y venerable imagen de María y de su tierno Divino Hijo.

Los escasos moradores de la región, advertidos del tesoro inmenso que la indiecita guardaba y custodiaba con tanto celo y amor, empezaron a visitar el ranchito para oír la narración del feliz hallazgo que la mujercita hacía con tanto entusiasmo y cariño.

Este suceso se fue difundiendo por todos los alrededores de la comarca y comenzaron a frecuentar la humilde vivienda, en la cual se rendía culto a la imagen Santísima y se elevan piadosas plegarias a la celeste Señora. La imagen santísima, a medida que aumentaban los devotos se hacía cada vez más visible a los ojos de todos, destacándose en sus líneas esa dulzura angelical y esa tierna humildad del Niño que acariciaba con sus maternales brazos.

El angelical Niño lucia en su frente una linda estrella cuya luz se difunde a su alrededor con sorpresa y admiración de los piadosos visitantes. Tan extraño fenómeno indicaba que aquella estrella era la misma misteriosa que guió a los Santos Reyes hacia Jerusalén, cuando el profeta anunció el nacimiento de Jesús entre pobres y humildes pajas.

Un Santo y piadoso misionero español, noticiado de la extraña aparición del bendito Lienzo, visito la choza de la mujercita y al convencerse de la realidad del extraordinario suceso con frases sencillas y consoladoras felicito a la indiecita por el señalado favor que Dios Nuestro Señor le había concedido, al facilitarle el feliz hallazgo de tan grande y augusta Señora, que en su concepto no era otra que la Virgen Santísima en su admirable Advocación de Belén.

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