MIGRACIONES | Claves para un discurso político claro y eficaz

Todos los países envían parte de su población a otros lugares y reciben trabajadores y desplazados que vienen desde fuera. Es así hoy y ha sido así a lo largo de siglos.

Nadie cuestiona que se trata de procesos complejos y no siempre amables. Pero nada obliga a que se conviertan en crisis humanitarias o en motores de pobreza y división social. La experiencia demuestra que existen formas muy diferentes de enfrentar el desafío de la movilidad humana, y que algunas de ellas permiten a los países de acogida y a los que llegan, salir más fuertes y prósperos de lo que estaban al principio del proceso. Muy por el contrario, cuando la lógica de la “amenaza migratoria” y de la “seguridad fronteriza” se establecen en una sociedad, las consecuencias políticas y económicas son rara vez reversibles.

Todos los países tienen la posibilidad de elegir. Los gobiernos deben actuar de acuerdo con sus obligaciones ante las sociedades nacionales y cumplir con sus responsabilidades ante las normas internacionales. La buena noticia es que no están solos y no actúan en el vacío. Hay errores con consecuencias catastróficas que pueden evitarse y existen experiencias que estamos obligados a mirar. Este informe destaca algunas de ellas.