Osiris (Raquel, JM, Nieves): yo sobreviví a la "barra-puerta" ¡y hasta fui el camarero misterioso!

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He aquí la gran leyenda urbana del Madrid rockero nocturno. La conocida popularmente como "barra-puerta" no era otra cosa que una particular logística que la discoteca Osiris aplicaba a la venta y distribución de bebidas alcohólicas en el local. No existía un lugar a la vista donde se elaboraban los combinados, sino que éstos se servían tras la apertura de una puerta de la que ya salían perfectamente preparados los "cubatas" solicitados por la clientela.

Como se trataba de que la relación calidad/precio fuera siempre beneficiosa para la gerencia -y ya de paso para los bebedores de las copas por el bajo precio de éstas-, las virtudes mezcladoras de los camareros obraban el milagro de convertir cada resto de consumición no acabada en una parte más del siguiente combinado. El limón distinguía si se trataba de ginebra, ron o algún destilado similar, tras lo cual el barman aplicaba el "tratamiento" adecuado marca de la casa. Sólo la cerveza, el whisky y la Coca-Cola se libraban de este laborioso proceso de reciclaje.

Un discreto barreño ejercía de milagroso lavaplatos manual, aunque no era la limpieza la especialidad del Osiris y cualquier método resultaba adecuado para agilizar la dispensa de alcohol. Se trataba de que la ronda de pedidos y consumiciones fuese lo más ligera posible. Una mano misteriosa salía de detrás de la puerta con la comanda... y a por la siguiente con lo que hubiera quedado de las anteriores devoluciones de vasos.

El concepto de "cocina de aprovechamiento" se queda corto para describir el arte para el ahorro en el gasto de alcohol que los camareros del Osiris ejecutaban con la diligencia que les requería la dirección de la sala. Por fortuna, apenas hubo daños colaterales o directos provocados por esta peculiar práctica. Algunas infecciones bucales o gingivitis ocasionales y la sensación general de que algo no funcionaba como debía fueron las únicas consecuencias de la "barra-puerta".

Existían otras opciones para beber algunos productos más exóticos o sofisticados, como esos cócteles tipo San Francisco que incluso llegaban a mostrar cierto encanto cuando la disponibilidad de tiempo permitía a los camareros servirlos con una distinguida corona de azúcar. Aunque sin duda, la mejor y más sencilla alternativa para sobrevivir a la experiencia al límite del Osiris era ser amiga o amigo del equipo de barra. Esa exclusividad les garantizaba evitar todos los riesgos descritos y recibir un trato preferencial como premio a su condición de socios y socias VIP.

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