La obra de Mary Cassatt - Episodio 3

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Pocos meses después de su regreso a Europa, en otoño de 1871, la situación de Cassatt cambió. Su pintura Two Women Throwing Flowers During Carnival fue bien recibida y comprada en el Salón de 1872. En Parma atrajo la atención del público y fue apoyada y alentada por la comunidad artística: «Todo Parma está hablando de la señorita Cassatt y de sus imágenes, todo el mundo está ansioso por conocerla».
Después de terminar su encargo en Italia, Cassatt viajó a Madrid y Sevilla, donde pintó algunas obras basadas en diferentes temáticas españolas, entre ellas Spanish Dancer Wearing a Lace Mantilla (1873, Museo Nacional de Arte Americano de la Institución Smithsonian). En 1874, tomó la decisión de establecer definitivamente su residencia en Francia. Se instaló con su hermana Lydia, compartiendo apartamento con ella, y abrió un estudio en París. La hermana de Louisa May Alcott, Abigail May Alcott, era en ese momento estudiante de arte en París y visitaba constantemente a Cassatt. Por ese tiempo Mary criticó nuevamente la política del Salón y el estilo tradicional que en él prevalecía. Cassatt fue contundente en sus comentarios, según la información proporcionada por Sartain, quien escribió: «está totalmente loca, desaira todo el arte moderno, desdeña las imágenes de Cabanel, de todos los nombres que hemos reverenciado».
Cassatt advertía que las obras pintadas por mujeres eran tratadas, a menudo, con desprecio, a menos que la artista tuviera un amigo o protector en el jurado, y ella se negaba a coquetear con los miembros del jurado para ganarse su favor. Su cinismo creció cuando uno de los dos cuadros que presentó en 1875 fue rechazado por el jurado que, sin embargo, lo aceptó al año siguiente después de simplemente oscurecer el fondo. Cassatt discutía constantemente con Sartain, quien consideraba a Cassatt demasiado abierta y centrada en sí misma, hasta que finalmente se separaron. En esa época Cassatt decidió alejarse de la pintura de género y centrarse en temas más de moda, con el fin de atraerse los encargos de retratos de personajes de la alta sociedad estadounidense en el extranjero, pero el intento dio pocos frutos al principio.
En 1877 las dos pinturas que presentó al Salón fueron rechazadas y por primera vez en siete años no tenía obras expuestas en él. En este punto bajo de su carrera, Edgar Degas la invitó a mostrar sus obras a los impresionistas, un grupo de artistas que habían comenzado a exponer de forma independiente en 1874 con mucha notoriedad. Los impresionistas (también conocidos al principio como los "independientes" o "intransigentes") no proponían un manifiesto formal y variaban considerablemente en el tema y la técnica. Preferían la pintura al aire libre y la aplicación de colores puros no mezclados en la paleta a base de pinceladas sueltas, lo que permitiría al ojo combinar los resultados de una manera "impresionista". Los impresionistas habían cosechado la ira de los críticos desde hacía varios años. Henry Bacon, un amigo de Cassatt, pensaba que los impresionistas eran tan radicales que estaban «afectados por alguna enfermedad de los ojos hasta entonces desconocida». En ese momento ya contaban con un miembro femenino, la pintora Berthe Morisot, quien se convertiría en amiga y colega de Cassatt.
Cassatt admiraba a Degas, cuyos pasteles le habían causado una poderosa impresión cuando los vio en el escaparate de una galería de arte en 1875. «Yo solía ir a aplastar mi nariz contra la ventana y absorber todo lo que podía de su arte» recordó más tarde, «me cambió la vida; vi arte como quería verlo». Aceptó la invitación de Degas con entusiasmo y comenzó a preparar cuadros para la próxima exposición impresionista, prevista para 1878, que (después de un aplazamiento debido a la Feria Mundial) tuvo lugar el 10 de abril de 1879. Se sentía ya parte del grupo de los impresionistas y se unió a su causa con entusiasmo, declarando: «estamos llevando una lucha desesperada y necesitamos todas nuestras fuerzas». Al no poder asistir a las reuniones en los cafés sin llamar una atención desfavorablemente, se reunía con ellos en privado y en las exposiciones. Ahora esperaba obtener éxito comercial y vender sus pinturas a los parisinos sofisticados que preferían las obras de avant-garde. Su estilo había ganado una nueva espontaneidad durante esos dos años en los que adoptó la costumbre de llevar siempre con ella un cuaderno de dibujo en el que esbozaba las escenas que veía.
En 1877, Cassatt se reunió en París con sus padres, que llegaron a la capital francesa con su hermana Lydia, con la idea de compartir un gran apartamento en el quinto piso del número 13 en la avenida Trudaine. Mary valoraba su compañía, ya que ni ella ni Lydia se habían casado. Cassatt había decidido que el matrimonio sería incompatible con su carrera.

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