“Los hijos somos de Hernán Cortés”

El 2 de enero de 1492 se tomó Granada y los Reyes Católicos agradecieron a la Virgen de Guadalupe la victoria.
Cristóbal Colón dio el nombre de esta Virgen a una isla del Caribe. En la fuente del claustro del monasterio fueron bautizados los primeros indios llegados a la península.
La Virgen cacereña se convirtió en símbolo del descubrimiento de América, a través de los conquistadores extremeños, y en la más venerada del Nuevo Mundo.
Una pequeña Virgen negra en torno a la cual se construyó un santuario, un monasterio, un castillo, una muralla…
Cervantes le ofreció los grilletes de su cautiverio en Argel, en un acto que plasmó en una de sus novelas, “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”: «Virgen de Guadalupe, libertad de los cautivos, lima de sus hierros y alivio de sus prisiones».
Cuenta la leyenda que, en el siglo XIV, la Virgen se apareció en el lugar al pastor Gil Cordero. A esa Virgen atribuyó Alfonso XI su victoria sobre los moros en la batalla de El Salado y ordenó la construcción del primer templo, que fue creciendo, convertido en baluarte de la cristiandad.