El Plan de Guadalupe fue la respuesta política que dio el gobernador constitucional del Estado de Coahuila, Venustiano Carranza, cuando se enteró de que el presidente constitucional, Francisco I. Madero, y el vicepresidente Pino Suárez habían sido arrestados, obligados a renunciar y asesinados, y de que el traidor Victoriano Huerta había tomado el poder de manera ilegítima.
El Plan de Guadalupe tenía dos objetivos. Primero, hacer la lucha contra Victoriano Huerta y organizar el Ejército Constitucionalista, dando el liderazgo a Carranza, quien sería nombrado Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, y que, una vez que él derrotara militarmente a Victoriano Huerta -y que ocupara la Ciudad de México-, asumiría la presidencia interina y convocaría a elecciones para constituir los poderes federales.
Aunque el Plan de Guadalupe fue redactado por Venustiano Carranza (junto con su secretario particular, Alfredo Breceda), él no lo firmó: lo firmaron 66 jefes y oficiales de las fuerzas coahuilenses, la mayoría revolucionarios maderistas entre 1910 y 1912. Y en 1913 volvieron a tomar las armas para castigar al gobierno espurio de Victoriano Huerta y ofrecer el liderazgo del movimiento a Carranza.
Después de que fue dado a conocer el Plan, distintas fuerzas se unieron a los coahuilenses, y en unos cuantos meses se constituyeron grandes cuerpos de ejército. Los más importantes fueron el Ejército del Noroeste, comandado por Álvaro Obregón; la División del Norte, al mando de Francisco Villa; el ejército del Noreste, encabezado por Pablo González, así como otros cuerpos de ejército en el centro, sur y sureste. Después de distintas batallas, Pancho Villa y Felipe Ángeles derrotaron al ejército federal, Huerta renunció y salió del país, se firmaron los Tratados de Teoloyucan, con los que se pactaba la entrega de la Ciudad de México al ejército revolucionario y la disolución del ejército federal, y Carranza entró triunfalmente a la capital como lo proponía el Plan de Guadalupe. Pero aquello no trajo la paz.
En una segunda etapa del movimiento iniciado por Carranza, se organizó la Convención de Aguascalientes, durante la cual se dio la ruptura entre las distintas corrientes y el ejército constitucionalista, que se disolvió en dos facciones: una carrancista, con Álvaro Obregón y Pablo González, y otra con Villa y Zapata. Durante 1915 y 1916 estos dos últimos caudillos sufrieron derrotas militares a manos de los constitucionalistas de Carranza, quienes finalmente se impusieron en todo el país.
Se abrió entonces una nueva etapa de la Revolución, la etapa de la reconstrucción, y Venustiano Carranza consideró que había que modificar el Plan de Guadalupe e incorporar los puntos que permitieran dar solución al problema agrario, al problema obrero, así como a otros más por los cuales se habían levantado los revolucionarios de todo el país. El Plan de Guadalupe, sus reformas y las leyes secundarias que se derivaron fueron una parte sustancial del contenido de la Nueva Constitución Política de 1917, sobre la cual se fue construyendo un nuevo Estado, un nuevo orden jurídico, nuevas instituciones, una nueva relación entre el poder público y la sociedad. Y eso fue lo que definió el devenir del México del siglo XX.
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