ERMITA DEL LLOVEDOR y SANTUARIO VIRGEN DE LA BALMA

Ermita del Llovedor:

En los comienzos del Siglo XV, Castellote atravesó una época de gran sequía que dañó fuertemente las cosechas y con ello, la economía local. Es por ello que once jóvenes del pueblo partieron en Romería hacia el Santuario de la Virgen de la Balma, situado en la vecina localidad de Zorita, provincia de Castellón. Los muchachos rogaron lluvias a la Virgen, petición que les fue concedida. Por esta razón repitieron su peregrinación un año tras otro, hasta que llegó el día en el que el Obispo de Tortosa, les impidió el acceso al Santuario. Decepcionados ante tal decisión, los Romeros decidieron modificar el camino de su ruta. A partir de entonces, la Romería se dirigiría hacia el paraje del Llovedor, lugar en las inmediaciones de Castellote, y donde cuenta la leyenda que una imagen de la Virgen María se había aparecido ante un pastor que tranquilamente guardaba de su rebaño. Allí se construyó una Ermita, y la Virgen del Agua pasó a ser la Patrona de Castellote.

El Santuario de la Virgen de la Balma, conocido como el “Santuario de los Endemoniados” y famoso lugar de peregrinaje por sus ritos de exorcismos a poseídos, lugar de sanación de endemoniados (epilépticos la mayoría de las veces) que le han dado una fama quizá inmerecida, potenciada por pseudoperiodistas y eruditos sensacionalistas, amigos del “Salvamé del misterio“, que han contribuido a degradar y convertir en sitio turístico de masas todo el Santuario.

La realidad verdadera en La Balma muchas veces era mas dura que la propia fama de los “malditos” que acudían al lugar. La mayoría de los endemoniados eran simplemente epilépticos, enfermos mentales o esquizofrénicos; los asistentes a los ritos en su mayor parte gente analfabeta, pobre, hambrienta, fácilmente manipulable e impresionable, un colectivo tremendamente supersticioso, al cual las “Brujas” y “Espiritistas”,cuentistas, timadores, gente sin escrúpulos en su mayoría, que aterrorizaban a los asistentes y les sacaban el poco dinero que tenían, todo ello dentro de un paisaje digno de la España mas profunda, mas cercano al delirio colectivo de una masa enfervorecida, que a la existencia real de fenómenos sobrenaturales.