Himnario Adventista 1 al 225 subtitulado 2

El Sábado, observancia rica en simbolismo, cofre que en cierra los recursos infinito de la omnipotencia, es la mayor bendición que el cristiano pueda encontrar en sus caminar a través del tiempo. Su significado llena la vida misma de significado. Verdaderamente entendido, hace de un aparente capricho de un Dios exigente una delicia que nos recuerda constantemente del interés personal de un Dios infinito sobre sus criaturas finitas.

El sábado fue instruido por Dios más que para un mero descanso físico. Implicaba desde el principio la provisión de recursos espirituales que restaurarían las reservas del cristiano que de otra forma se agotaría. Mientras el conflicto entre el bien y el mal se fuera desarrollado en este campo de batalla que es nuestro mundo, el sábado iría adquiriendo un significado más y más evidente en el drama de los siglos. Más aun, este día tan especial serviría como retiro temporal al soldado, con Cristo al frente como capitán. Este retiro semanal seria uno en el cual, el soldado habría de recibir nuevas provisiones de energía y municiones para la batalla, así como motivación e instrucción que renovaría su firme propósito al ejecutar su misión.

Nuestro capitán mismo, lucho nuestras luchas en su vida terrenal, dio ejemplo al respecto, para que sigamos sus pisadas. Encontramos sus pisadas en la sinagoga de Nazaret donde entraba cada sábado conforme a su costumbre (Lc. 4: 16). Era su costumbre observar este día en todo aspecto, y no solo en su asistencia a cultos semanales. Esto lo vemos en su frecuente obra a favor de otros en sábado, y en sus declaraciones que en ninguna manera disimulaban su propósito de resaltar su verdadero significado. Su costumbre de descansar en sábado fue hasta la muerte, porque en su misma muerte descanso un séptimo día en la tumba de José de Arimatea. Todo esto lo hizo con tal de que nosotros apreciáramos y disfrutáramos a plenitud de este don.