DOMINGO, 01 DE SEPTIEMBRE DE 2024

Domingo de la Ley y las tradiciones

A la meticulosa atención que caracteriza la religiosidad de sus contemporáneos, Jesús recuerda al profeta Isaías: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi".

LA PUREZA DEL CORAZÓN

F n este domingo la liturgia nos propone para la reflexión algunas palabras de Jesús sus que se refieren a La Ley de Dios y a las tradiciones religiosas de Israel.

Marcos nos presenta una controversia entre Jesús, los fariseos y escribas, que eran hombres religiosos que conocían perfectamente la Ley de Dios y se enorgullecen en su práctica. Jesús les llamará la atención sobre su forma de comportarse, pero en realidad son ellos los que le critican a Él y a sus discípulos, porque dicen que "no se atienen a las tradiciones de los antiguos padres". Jesús se muestra muy duro con ellos, se enoja mucho y los acusa puntualmente definiéndolos como "hipócritas".

Estos hombres religiosos están enfermos de hipocresía, es decir, del comportamiento propio de quien simula y por eso reporta un argumento polémico en el cual hay un contraste entre los labios y el corazón; diríamos, entre lo externo y lo interno, hay una formalidad externa que parece honrar a Dios, pero el corazón no se adhiere a Dios. Jesús denuncia los males típicos de muchos hombres religiosos tanto aquellos de su tiempo como los de todos los tiempos para los cuales el servicio en el altar es más importante que el dado a Dios, es por eso que, para ellos la obediencia legalista es más decisiva para poder actuar según la voluntad de Dios y la religión es considerada mucho más esencial que el amar a Dios.

Por lo que, la enseñanza de Jesús pide a los cristianos realizar un discernimiento profundo y afinado para poder distinguir entre la voluntad de Dios expresada en la Ley y las tradiciones religiosas que son elaboraciones humanas que muchas veces corren el riesgo de sustituir el mandamiento, hasta llegar a inducir a quien la sigue para que contradiga lo que realmente es la voluntad de Dios.

En el Evangelio, Jesús, en cambio, le da la vuelta a la situación enfatizando cómo dentro del hombre se encuentra el pecado y tiene necesidad de una transformación que viene de Dios. Es por esto que, se necesita la intervención de Él, para crear desde el alma y dar una nueva posibilidad de vida. La ley de Dios puede ayudar a superar esta situación, pero sin la gracia se queda indefenso. Todas las normas religiosas, los hábitos devocionales pueden cubrir y esconder malas intenciones, es por eso que Jesús anuncia algo nuevo que permitirá una auténtica limpieza.

Hno. Naudy Mogollón, SSP.

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