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El movimiento catalanista copaba las instituciones catalanas de principios del XX: el Ayuntamiento, la Diputació y la Mancomunitat. El 1 de abril de 1908 a instancias de la Lliga Regionalista, que había ganado las elecciones municipales de Barcelona, se fundaba la Sociedad de Atracción de Forasteros (SAF).
Su objetivo era lo que hoy llamaríamos, una operación de marketing urbano: Transformar una ciudad provinciana y mal comunicada en una metrópolis cosmopolita de primer orden con el objetivo de atraer turismo internacional.
Era necesario crear espacios simbólicos para la identificación colectiva como nación, como se había hecho con la reconstrucción del monasterio de Ripoll, (Elies Rogent entre 1886 y 1893) y la del Monasterio de Montserrat en su milenario.
Agustí Durán también afirmó que nunca hubo un barrio gótico, si un barrio barroco o renacentista. Las únicas construcciones verdaderamente góticas eran las Atarazanas, el Salón del Tinell, el interior de la Catedral, la capilla de Santa Àgueda , la Casa Pia Almoina y poca cosa más.
Había que tirar las casas vulgares, eliminar las aceras, cambiar los adoquines por anchas losas y eliminar el tráfico rodado. Se documentó todo el proceso y se decidió conservar los elementos arquitectónicos más interesantes en unos almacenes municipales hasta darles nuevo uso.
La fachada de la catedral se había dejado sin acabar y la burguesía del XIX, como había sucedido en otras ciudades europeas, se propuso concluirla. Manuel Girona, el banquero y político conservador que llegó a ser alcalde de Barcelona quiso hacerse cargo del pago de sus obras (1882-1913).
El 10 de marzo de 1908 comenzaron los derribos de los barrios afectados por el plan de la vía Layetana que dejaba dividido en dos el centro histórico. Entre los edificios que se perdieron estaban el Palacio del marqués de Monistrol, el Palacio del marqués de Sentmenat, el Convento de San Sebastián o el de San Juan de Jerusalén.
También desaparecieron muchas calles y callejones como Arc de la Gloria, de les Magdale-nes, la calle Graciamat, Batea, Consolat, Arc de les Filateres, la calle Fondet, la calle y la Plaça de l´Oli, la calle Avellana, Mirambell…
Las obras de monumentalización empezaron en 1927, sufrieron un parón durante la guerra civil y acabaron definitivamente en los años setenta.
Viéndolo desde nuestra perspectiva todo parece maravilloso. Pero para los barceloneses de la época no lo fue tanto. Los vecinos del barrio de la catedral fueron los grandes perjudicados, muchos tuvieron que cambiar de domicilio ante el aumento del valor inmobiliario del suelo. La prensa publicaba: “Barcelona ha pensat poc En els barcelonins i massa amb el foraster”.
Durante los años veinte (1921-1929) la Diputación comenzó a restaurar las Cases dels Canonges, un conjunto de origen medieval que se encontraba a espaldas de la catedral.
Joan Rubió i Bellver, Ramon Reventós y Jeroni Martorell se encargaron del proyecto con la intención de darle el aspecto de «casa catalana» como, tal vez, algún día debía haber tenido.
A la plaza del Rey (1936) fue a parar la casa Padellàs de la calle Mercaders que, al abrirse la Vía Layetana fue desmontada piedra a piedra eliminando los elementos discordantes añadiéndose otros nuevos para recrear un depurado estilo gótico civil (Agustí Duran i Santpere)...desde 1943 es la sede del Museo de la Ciutat.
En el Palau Reial se restauró el Salón del Tinell y se “retocó” la fachada para darle la apariencia que podría haber tenido en el pasado añadiéndole rosetones y ventanas coronellas.
Del edificio del Centro Excursionista de Cataluña de la calle Paradís se ocupó en 1922 Lluís Domènec i Montaner que le lavó la cara a base con ventanas coronellas, almenas y merlo-nes.
Milá i Fontanals sugirió crear un puente que uniese el palacio de la Generalitat y la Casa dels Canonges, El arquitecto de la Diputación, Joan Rubió i Bellver, discípulo de Gaudi, lo proyectó en estilo gótico flamígero del norte de Europa y se construyó en 1928 de cara a la próxima Expo Internacional de 1929.
A la plaza de Sant Felip Neri, se trasladaron dos fachadas del siglo XVI que habían sido desmontadas con la apertura de la vía Layetana. Una de ellas era la sede del antiguo gremio de Calderers de la calle Bòria, la otra, del antiguo gremio de Sabaters..
También se intervino también sobre la muralla romana y sobre los edificios más emblemáticos de la calle Montcada creando fachadas de apariencia medieval.
En 1957 se amplió y urbanizó la Plaça Nova y en 1959 Adolf Florensa restauró el Palacio Berenguer de Aguilar, actual Museo Picasso añadiéndole arcos y ventanas coronellas.
Y en 1970 se construyó la fachada del Palacio Pignatelli, actual Real Círculo Artístico de Barcelona añadiéndole ventanas góticas recuperadas.
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