El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión.
El Vía Crucis es una antigua tradición en la Iglesia Católica que surgió de las peregrinaciones que los cristianos realizaban a Tierra Santa y encierra un rico y profundo significado, sobre todo para vivir la Cuaresma.
El Vía Crucis se realiza tradicionalmente los días viernes, y especialmente durante la Cuaresma esta devoción se intensifica aún más. De acuerdo al Santo Papa Francisco, el Vía Crucis:
1.- Nos permite poner nuestra confianza en Dios
“En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Fiémonos de Jesús, confiemos en Él (cf. Lumen fidei, 16). Porque Él nunca defrauda a nadie. Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos la salvación y redención”.
2.- Nos ubica en la historia
“Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles y carga nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos. Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos”.
“Con la Cruz Jesús se une a todas las personas que sufren hambre… está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales, como la droga… se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel”.
3.- Nos interpela
“Vos, ¿como quién querés ser? ¿Querés ser como Pilato, que no tiene la valentía de ir a contracorriente, para salvar la vida de Jesús, y se lava las manos? Decidme: Vos, sos de los que se lavan las manos, se hacen los distraídos y miran para otro lado, o sos como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura”.
4.- Nos lleva a la acción
“Nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de ellos y tenderles la mano”.
5.- Nos anima a seguir el camino
“En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevás vos solo. Yo la llevo con vos y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Jn 3,16)”.
6.- Nos da certeza del amor fiel de Dios
“Llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor”.
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