Manuel Vilas: “Estoy en la literatura porque me vuelve loco vivir” | EL PAÍS

La biblioteca de Manuel Vilas (Barbastro, 1962) es un naufragio. Se extiende desordenadamente por toda la casa. Por el recibidor, el salón, la habitación, el despacho… Buñuel, Cernuda, Cervantes… Cualquier mueble, hasta las sillas, son susceptibles de cobijar libros. Es el vivo reflejo de una vida caótica, pero abrazada. Y vivida. Muy vivida. La de alguien que ha dado muchas vueltas por el mundo y que, como cantaba su admirado Lou Reed, ha paseado sin temor por el lado salvaje. “Estoy en la literatura porque vi que estaba profundamente vinculada a la vida. A mí lo que me vuelve loco es vivir”, afirma rotundamente el novelista que acaba de cumplir sesenta años.

Sobre la mesa del salón, ha colocado estratégicamente las Obras completas de Franz Kafka que heredó de su padre. Estos dos libros color burdeos y encuadernados en piel son su mejor espejo. El recordatorio de quién es y por qué hace lo que hace. La lectura que le convirtió en escritor hace más de treinta años, cuando iba camino de su primer destino como profesor en Teruel. “Nunca supe por qué mi padre compró esa colección de libros. A los doce años le quitaron de la escuela, no tenía formación, vivió la posguerra, pasó hambre…. Creo que los compró para que yo los leyera. El hecho de que yo me gane la vida escribiendo me parece un milagro de redención histórica, social y sentimental de esta España”, explica Vilas en la entrevista de este nuevo episodio de En la biblioteca de.

Este “esfuerzo extraño” de los padres por sacar adelante a los hijos ha sido la gran filosofía vital y literaria del autor de 'Ordesa' (2018) y 'Alegría' (2019). Pero no se podría entender del todo a Vilas sin mencionar también su eterna fascinación por el rock and roll. “Creo que la música y la literatura tienen la misma energía. Cuando de joven leía a Baudelaire y escuchaba a Dylan me nutrían de la misma manera”, comenta con su libro Lou Reed era español entre las manos. Una pasión que consiguió contagiar a sus alumnos durante las dos décadas que fue profesor de Literatura. “Un año les puse en segundo de bachillerato El castillo de Kafka, es una lectura complicada. Conseguí que lo leyeran porque me veían entusiasmado. Si el alumno ve a un profesor entusiasmado, responde”. Y puntualiza, además, que él es muy optimista con las nuevas generaciones.

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