¡EL LAGO DE MARACAIBO SE ESTÁ MURIENDO! 🛢️ PETRÓLEO EN EL AGUA | ZULIA, VENEZUELA 🇻🇪 Valen de Viaje

00:00 ¿Cómo está el Lago de Maracaibo hoy?
01:29 ¿Cómo llegar al Lago de Maracaibo?
01:48 ¿Cómo era el Lago de Maracaibo antes?
02:35 El mirador del Lago de Maracaibo.
03:07 ¿Cómo se puede revertir la contaminación del Lago?
04:33 Enfermedades por la contaminación del Lago.
06:39 ¿Cómo afecta la contaminación del Lago a los pescadores?
09:58 Manchas de petróleo en el Lago de Maracaibo.
11:03 ¿Cómo afecta el verdín a los niños?
13:51 ¿Cómo afecta la contaminación del Lago a los restaurantes?
15:59 “Ahora podemos correr por arriba del petróleo”.
18:57 “El plástico son los nuevos fósiles”.
20:28 “Esto eran las mejores playas antes”
22:02 “Este lago no es el lago de antes”.

Son frecuentes las denuncias sobre la contaminación del lago de Maracaibo, el más grande de América del Sur y el único en el mundo que se conecta con el mar. Toda una gloria de la naturaleza, como las muchas que tenemos en Venezuela y las dejamos perder o las destruimos nosotros mismos. La indolencia que nos arropa. En esta ocasión quiero contar cómo el lago de Maracaibo está matando a quienes habitan en sus orillas. La hediondez que se cuela por las casas, se mete a hurtadillas bajo las cobijas, por las rendijas de las puertas y ventanas, cubre el paseo de la Vereda del Lago haciendo irrespirable la caminata diaria. Los miradores para admirar el lago se convirtieron en miradores para llorar el lago. Los pescadores que viven en sus orillas no pueden salir a pescar. Entre el petróleo y el verdín deben ir cada vez más lejos a buscar el sustento. Lo hacen en sus canoas con canalete, a veces les colocan una vela y ahora inventaron hasta el taka taka, un motor de lo más ingenioso que les permite navegar distancias más largas. En plena orilla de sus casas consiguen hasta un metro de petróleo en el fondo. Si entran al lago se hunden los zapatos, las botas… y ¿quién elimina luego ese petróleo? Los motores se destruyen porque el oro negro se pega de las propelas y empegosta las piezas internas. Las madres cuentan cómo sus niños se bañaban en las aguas del lago. Era su playa diaria. Su diversión. Así se sacaban el calor del cuerpo. Ahora sufren de ronchas y peladuras. El verdín arroja su olor putrefacto y los niños padecen de vómitos, diarreas y asma… El hospital se llena de males producidos por un lago que fue vida para todos los zulianos. Dos hermanas de 80 y 77 años que nacieron y viven en sus orillas recuerdan cómo lo gozaban. Una de ellas – Maximira se llama - lo cruzó desde el Puerto de Altagracia hasta la Cotorrera cuando tenía 10 años. Apareció en todos los periódicos. Todavía lo recuerda y se ríe feliz de la emoción y la seguridad con la cual lo hizo; hoy observa su lago y no se atreve a entrar. Las olas revientan en el patio de su casa. El marullo le salpica, pero su cuerpo no lo toca. Con frecuencia solo se limita a llorarlo y odiarlo por el olor nauseabundo. Adelso Pineda, ambientalista y deportista con años haciendo denuncias nos lleva a buscar los testimonios. Nos cuenta cómo perdió sus kayaks llenos de petróleo y cómo su orilla de diversión sana junto al lago se convirtió en un basurero de plástico, petróleo y verdín. Ya nadie navega con el viento. Se meten en el gimnasio y ligan para que la pestilencia se aleje. El lago nos está matando. Es el clamor de quienes viven en sus orillas.


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