La importancia de la figura paterna en la vida de las hijas

Según comentó alguna vez el Papa Benedicto XVI, el mundo vive una crisis de paternidad, que se manifiesta típicamente en tres patologías:


1. Ausentismo
2. Machismo (agresión)
3. Ambigüedad (hombre que intenta cancelar lo propio de su masculinidad, captado por la idea de que lo masculino como tal siempre es malo)


Sin embargo, en el plan de Dios, el amor femenino y el amor masculino no se oponen ni se confunden sino que se complementan. Con gran frecuencia, el amor femenino se manifiesta como CONTINUIDAD que cuida, alimenta, restaura, da soporte; el amor masculino sucede en DISCONTINUIDAD, es decir, ama sobre la base consciente y manifiesta de la distancia y la diferencia, y en ese sentido le ayuda a uno a ubicarse y reconocer los desafíos y posibilidades que realmente tiene.


Un buen papá evita las patologías antes mencionadas:


1. Está presente como ayuda real y como fuente de auténtica auto-estima.
2. Escucha y no teme contar sus propias historias a la familia.
3. Es completamente varón: fuerte pero no violento; sabio pero no despectivo; dirige hacia el bien y lo asegura; no es arrogante.


Además, consciente de su modo de amar masculino, enseña a las hijas la diferencia entre ser AMADAS y ser DESEADAS, con lo cual les da una fuente muy grande de discernimiento y de libertad interior.


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