Me lo habían contado, pero es preciso estar allí cada día 29 de Junio, San Pedro en Gallur, junto al Ebro y en la provincia de Zaragoza, la frontera de la Ribera con las Cinco Villas y muy cercana la población con la muga navarra. La procesión es impactante desde el primer momento; cuando las autoridades, precedidas por los danzantes y acompañadas por la banda de música llegan a la iglesia parroquial, situada en lo alto de un acantilado sobre el que se domina el río y toda la localidad. La procesión está encabezada por los danzantes, niños, jóvenes en dos grupos (chicos y chicas) y adultos, en este caso solo hombres. Al poco de comenzar la carrera me llamó la atención el nombre de una calle; “las torderas” poco después supe que era aquello, se trata de escopetas para cazar tordos y que acompañan a la procesión haciendo con sus salvas de honor un ruido ensordecedor si te encuentras cerca, en un principio tuve la misma sensación que supongo tienen los fusilados cuando escuchan la descarga, no exagero. Un poco más delante de esta calle, se encontraban un grupo de personas armadas con sus torderas, entre ellas una mujer y recibían a las imágenes de San Antonio de Padua y de San Pedro, así como a los danzantes, con el sonido de las escopetas.
Después de los patronos, los danzantes son los auténticos protagonistas de toda la procesión subiendo y bajando al mismo son de los tamborileros, pasando por debajo de la peana de san Antonio de Padua (que también es patrón de la localidad) y entremezclándose entre ellos, hay algunas personas que vestidas de paisano se unen también al dance, antiguos bailadores o sencillamente galluranos que sienten esta tradición, algunas mujeres bailan portando a sus bebés en brazos otras, los colocan sobre la peana como símbolo de protección y los más (tanto hombres como mujeres) pasan con sus niños recién nacidos bajo la peana y hay hombres que también bailan con ellos y es que los niños tienen especial protagonismo en este rito. Llama la atención la seriedad y la afición que ponen los pequeños danzantes, sobre todo el que hace de mayoral con la vara forrada con trenzas y adornada con múltiples corbatas de colores con nombres. En un momento dado, parece como que la procesión se ha deshecho, la gente comienza a entrar en los bares y en las peñas y toman algo de bebida como para refrescarse de tanto esfuerzo, poco a poco la procesión vuelve a su ser y tras ejecutar el paloteado los danzantes, todos vuelven a la iglesia con el mismo rito y la misma devoción. Delante de la iglesia los santos son “bailados” antes de entrar en el templo escoltados por los bailadores y a san Pedro se le dedican los dichos que están todos cargados de emotividad. Las torderas ponen punto final a la procesión mientras en el alero del tejado de la iglesia, una cigüeña observa curiosa la escena, quizás extrañada de ver tanto humano ahí abajo o quizás sea un asistente más año tras año. Cierran la procesión las damas, señoras y señores con el traje regional, las autoridades y el clero local y en último lugar la banda de música que casi pasa desapercibida. Quiero dar las gracias a Mariví, la bibliotecaria de Gallur que me indicó algunos pormenores de la fiesta y a un señor anónimo que amablemente me indicó algunos ritos y pasajes de la procesión.
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