Que ver en Brenes y en Alcalá del Rio. Sevilla 4K

Brenes:
Entre naranjos, olivares y a orillas del río grande de Andalucía se halla Brenes. En este encantador rincón de la vega del Guadalquivir el tiempo parece detenerse. Brenes disfruta de la calidad de vida típica de los pueblos sevillanos gracias a su rica gastronomía, sus monumentos y sus tradiciones.

Aunque su nombre viene de la época árabe, ya en tiempos romanos será famoso por la producción de aceite, una industria que continuó hasta el siglo XIX. De aquel esplendor económico aún se conservan algunas chimeneas industriales, convertidas ahora en todo un símbolo de la localidad.

Los orígenes del pueblo de Brenes se remontan a la época visigoda, en la que la historia cuenta que había un monasterio benedictino llamado Aguas Duras. En él habitaba una monja que fue elevada a los altares con el nombre de Santa Verenne, o Berenia. Su sepultura se convirtió en centro de peregrinación popular incluso durante los tiempos árabes y posteriormente daría lugar al nombre por el que hoy conocemos el municipio.

Los romanos denominaron a este municipio con el nombre de Qulumbira, que alude a la presencia masiva de palomas en este lugar. Después los árabes le pusieron el nombre de Billa Nuva, Al-Bahroyyin o alquería de los Bahries.

Brenes aparece en el Repartimiento del siglo XVIII perteneciendo tanto al infante Don Fabrique como al cabildo de la catedral hasta la fecha en que los señoríos se suprimieron.

Se calcula que la conquista por los ejércitos de Fernando III tendría lugar hacia 1246 o 1247. Brenes se entregó al rey de Castilla por un pacto de vasallaje. Posteriormente, fue entregado por Alfonso X a Don Fabrique y más tarde pasaría a ser propiedad de la catedral de Sevilla.

Como pueblo ribereño, en el río es frecuente la práctica de la pesca de la carpa o el barbo. Lo mejor es comerlo adobado en los bares o restaurantes de Brenes. Con la primavera llega la época de los caracoles, especialidad culinaria de esta localidad. Entre sus platos típicos también están la menestra de alcauciles y las habas con guisantes. Otra exquisitez son los helados artesanos y los alfajores de obleas.

Alcalá del Río:
Otro de los pueblos que debe su historia al río grande de Andalucía es Alcalá del Río. Enclavado en el valle del Guadalquivir y rodeado de naranjos, conquista al visitante por su variedad monumental y el contraste de su paisaje. El Yacimiento Calcolítico y Tartésico de la Angorrilla o los restos de su muralla romana, que defendía a la gran ciudad de Ilipa Magna son lugares idóneos para viajar por la Historia. Sus templos religiosos son de gran valor patrimonial. La ermita de San Gregorio de Osset, patrón de esta villa, fue levantada por los Reyes Católicos y alberga los restos de este santo cristiano.

Si prefieres disfrutar de la naturaleza, anímate a pescar el albur en la ribera del Guadalquivir, un deporte con muchos aficionados en esta localidad. Este pescado lo encontrarás cocinado de diferentes formas en los restaurantes del pueblo. No olvides probarlo adobado, es la especialidad.

Los orígenes de Alcalá del Río se sitúan en la más remota antigüedad. Como lugar de asentamiento es casi prehistórico, lo demuestran los restos aparecidos en el subsuelo de Alcalá del Río (puntas de sílex y hachas pulimentadas propias del Neolítico). Los hallazgos obtenidos en las intervenciones arqueológicas han sacado a la luz excepcionales restos: una necrópolis tartesia en la finca denominada La Angorrilla, inscripciones neopúnicas anejas a la muralla romana, los restos del antiguo foro romano de Ilipa Magna y muchos otros.

La actual ciudad de Alcalá del Río fue fundada en el primer milenio a.C., en el periodo de las colonizaciones fenicias. Los restos arqueológicos recuperados en recientes excavaciones indican la existencia de niveles y estructuras correspondientes a los siglos VIII y VII a. C. Durante la segunda guerra púnica, Publio Cornelio Escipión el Africano conquistó el valle del Guadalquivir. En el 206 a. C. se produjo la última gran batalla en suelo hispano entre cartagineses y romanos en la batalla de Ilipa, donde el ejército cartaginés quedó derrotado definitivamente. En la actualidad se conservan restos de una antigua muralla y de un antiguo puerto de la romana Ilipa Magna.

Los romanos levantaron unas murallas en la localidad, pero desde el siglo III va perdiendo importancia por la disminución del comercio de metales y el cada vez mayor protagonismo portuario de Híspalis (la actual Sevilla). En la Edad Media recuperó cierto protagonismo con los musulmanes, que reformaron las fortificaciones romanas y levantaron un alcázar. En esta etapa pasó a llamarse Qalat Ragwal.

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