"Resurrección y Asunción de la Virgen María", Revelaciones de Sor María de Jesús de Ágreda

La Beata Madre Sor María de Jesús de Agreda nos dice en su revelación: "Resurrección y Asunción de la Santísima Virgen María", acerca de la forma en que ocurrió el tránsito de la Santísima Virgen María de este mundo al cielo divino. Al morir, su alma fue llevada inmediatamente a la presencia de Dios, sin pasar por el juicio particular; ella, la siempre virgen María, preservada del pecado original, en anticipación por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, se mantuvo libre del pecado, aún del pecado venial, por lo que no fue necesario dicho juicio para ella. Su sagrado cuerpo permaneció tres días en el sepulcro que le fue destinado por la divina providencia en el valle de Josafat y a imitación de cristo resucitó por el poder de Dios después de ese tiempo, en el mismo tiempo y hora que Él.

La gloria de los bienaventurados en el cielo es inefable, no se puede escribir sin hacer menoscabo o hacer un ligero esbozo sobre ella. "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, lo que Dios tiene preparado para cada uno de sus hijos", como dice el Apóstol San Pablo. Basta decir que dicha gloria es sin fin y que el menor en el reino de los cielos es inmensamente feliz. Pero. así como todos son felices, hay de santos a santos en el cielo, hay grados de gloria, según las obras y el amor con el que se condujeron aquí en la tierra.

La gloria que recibió la Santísima Virgen María en los cielos es muy grande. La hija de Dios Padre,la Madre inmaculada de Nuestro Señor Jesucristo y esposa santísima del Espíritu Santo, que supo seguir sus inspiraciones para hacer la voluntad de Dios en todo momento de su existencia terrena, recibió un grandioso premio en el cielo: fue declarada reina de todos los santos, profetas, mártires y vírgenes de todos los tiempos, incluyendo los futuros. La Reina de los Santos, sobrepasa en gracia y gloria a la de todos ellos reunidos. La Santísima Virgen María goza más y conoce más de la divinidad que todos ellos juntos.

Nuestro Señor decretó en los Cielos que su Santísima Madre sería resucitada y llevada ante la presencia de Dios en cuerpo y alma. Ella ascendió más alto que cualquiera de los más inflamados de los serafines, su trono es el más cercano a la Santísima Trinidad. Llegó a donde jamás criatura alguna, tanto angélica como humana, pudo hacerlo ni podrá en toda la eternidad. Ella jamás causó un disgusto a la Santísima trinidad, se santificó aún más con la ayuda de Dios y por méritos propios, por eso ocupa tan alta posición la Santísima Madre de Dios.