SIETE DÍAS - El camino de la cardiología

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Insuficiencias cardíacas, arritmias, valvulopatías, infartos son simplemente algunas de las patologías en las que día a día trabajan los 74 cardiólogos de Castilla y León. Pero a su lado otros 41 MIR, médicos internos residentes, también aportan sus conocimientos. Son cinco años de trabajo después de la carrera de Medicina que deben superar con nota. Su alto grado de responsabilidad es fundamental a la hora de atender a pacientes cuya vida pende de un hilo.

Conocen el corazón mejor que nadie. Su estructura y su funcionamiento. Para llegar a ser cardiólogo, el camino es duro. Seis años de Licenciatura en Medicina y después otros de MIR: el conocido período de médico interno residente. Para Eduardo este es su 5º año de MIR en el Hospital Clínico de Valladolid. La mañana empieza con una reunión conjunta de todo el departamento de cardiólogos. Exponen casos puntuales y repasan mejoras que hay que tener en cuenta.

Su horario habitual es de 8 a 3 pero hoy, Eduardo, tiene uno de los seis turnos de guardia del mes. Son 24 horas seguidas en su puesto de trabajo y le toca estar pendiente de los pacientes de su planta.

En su periodo de formación debe pasar por las diferentes áreas de la Especialidad. Realiza exámenes físicos, hace diagnósticos y diseña tratamientos específicos. En Castilla y León unas 7.000 personas se presentan anualmente al examen de MIR.

Cardiología es una especialidad con muy pocas plazas y la competencia es mucho mayor. Eduardo se esforzó y al final le acompañó la suerte. La Unidad Coronaria es el lugar donde se encuentran los pacientes más críticos.

Antes de finalizar la jornada matinal, mantienen otra pequeña reunión obligatoria. Los que están de guardia, como Eduardo, reciben las indicaciones de sus compañeros. Revisan el estado en el que permanecen los ingresados con mayores dificultades.

Su trabajo es vocacional. El riesgo y la responsabilidad que entraña va en el sueldo, pero Eduardo no piensa si compensa o no. A diferencia de los cirujanos, un cardiólogo no opera. No usa el bisturí pero es capaz de llegar al centro del corazón a través, por ejemplo, de un cateterismo.

Transmitir a los familiares malas noticias, o en casos, trágicas, no es nada agradable, pero también forma parte de su labor. Si todo va bien, Eduardo, en junio será definitivamente cardiólogo adjunto. Una carrera de fondo que no ha hecho más que comenzar .Y quien sabe si un día sus manos, pueden ser testigos de nuestros latidos.

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